ARCO 2023
Guillermo de Osma: «Hemos abierto el camino a las instituciones tras recuperar las vanguardias históricas»
MADRID
Su galería, de nombre homónimo, ha recuperado el trabajo de artistas como Torres-García o Maruja Mallo durante más de 30 años
Clara Mollá Pagán
Madrid
Confiesa Guillermo de Osma (1953, Bilbao) que la cultura en España está alejada de la mano de Dios. Su galería, en la calle Claudio Coello, lleva más de 30 años velando por recuperar las vanguardias históricas europeas e hispanoamericanas. Aunque ha hecho alguna incursión ... en el mundo del arte contemporáneo, asegura que su faceta como historiador le llevó a centrarse en artistas como Maruja Mallo o Alfonso Olivares. A pesar de ello, su participación en la feria ARCO es asidua y reconoce que es importante asomarse a este género.
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—Empieza a trabajar en el extranjero, pero vuelve a España para montar una galería. ¿Qué le lleva a hacerlo?
—Yo ya había tenido una en Nueva York, con un grupo de amigos y profesionales. Cuando vine a España en 1991 me apetecía hacer mi proyecto. La idea era fundamentalmente dedicarme a la vanguardia histórica. Hemos ido evolucionando e incorporando nuevas décadas, y acercándonos al contemporáneo, pero siempre con esta visión histórica que creo que es lo que ha caracterizado esta galería.
—¿Qué papel ha jugado su faceta como historiador en la galería?
—Ha sido fundamental. Siempre he querido mantener la faceta como historiador para recuperar las vanguardias, especialmente las españolas, que estaban bastante olvidadas. Cuando volví de EE.UU., esa dimensión me llevó a la conclusión de que faltaba una galería que hiciera un trabajo de recuperación de vanguardias históricas, no solo las españolas, sino también hispanoamericanas.
A partir de la primera exposición, hemos recorrido un camino de la mano de Maruja Mallo, Alfonso Olivares, Manuel Ángel Ortiz y un montón de artistas de esa generación que no tenían la visibilidad que yo pensaba que tenían que tener. Fue muy importante porque a partir de ahí ha habido mucha exposición en museos con nuestros artistas. Nosotros nos adelantamos y abrimos el camino a muchas instituciones que luego mostraron a gente que he mencionado. Hemos ayudado a crear una conciencia sobre esa generación de antes de la guerra. La guerra para el arte español es una especie de corte tremendo, una guillotina que cae y que marca un antes y un después.
—Imagino que no es fácil abrir una galería en los años 90 sin haber trabajado en España.
—Hubo un proceso de adaptación porque en EE.UU. trabajamos con artistas ingleses, franceses, americanos, y no nos planteamos su nacionalidad . Cuando llegué a España sí que comprendí que el mercado español se miraba mucho a sí mismo, estaba centrado en su arte de forma casi exclusiva y que había también una labor por hacer: no solo mostrar vanguardia española, sino introducir el arte europeo.
—Si hace un balance hasta ahora. ¿Cuál es la exposición que recuerda con más pasión?
—Hay una que fue sobre la pintura del 27. Consistió en afirmar que había habido una pintura de esa generación. Todo el mundo recuerda la poesía de la época. Sin embargo, si preguntas a la gente sobre pintores del 27, muchos no saben contestar. Sí que hay una pintura muy cercana, además, al mundo de los poetas. Más que hablar de pintura o poesía, es una generación de gente joven que quiere renovar el país y modernizar el lenguaje plástico y el mundo del arte, y que trabaja muy cerca los unos de los otros. Es un momento de gran efervescencia, muy corto, en el que empiezan a hacer arte moderno, vanguardista o nuevo, como ellos decían.
—Pasa mucho tiempo con sus obras e imagino que no debe ser fácil despegarse. ¿Cuál es la obra que más le ha costado desprenderse?
—Cuando me cuesta mucho intento no desprenderme, pero no siempre puedes porque depende mucho de la situación económica. Gracias a Dios lo he podido hacer en unas cuantas ocasiones. Creo que la de la pintura del 27 es la que más me ha costado. Se puede definir de alguna manera el arte de esa época: un arte figurativo, no abstracto, y tono muy poético y cercano al mundo de los poetas.
—¿Dialoga con sus obras?
—Muchísimo, cuando llego a casa las saludo. Creo que es una parte importantísima de la función del arte, no solo gozar, sino sobre todo que te lleve al diálogo, a la confrontación amistosa y dialogante, aunque hay obras que te sacuden, también. Tiene muchas facetas.
—Ha participado en numerosas ferias como ARCO o Art Basel Miami. ¿Cómo se sitúa una galería de vanguardia frente al cambio de tendencia tan rápido del arte contemporáneo?
—Es algo que nos hemos planteado mucho. Hemos hecho alguna incursión en el mundo contemporáneo. Era importante asomarnos y participar de ese género que sigo atentamente. Empecé joven a apasionarme por él, pero fue una decisión meditada el decir que en España faltaba revisar toda esta época y generación de la que te he hablado. Esto sirvió para que la galería tuviera también una personalidad. Por otro lado, entendí que era difícil combinar y hacer todo: la vanguardia, lo contemporáneo, lo clásico…
—¿Cuáles son los retos a los que se enfrentan hoy en día los galeristas?
—El gran reto es la cultura. Creo que está un poquito alejada de la mano de Dios en este país y creo que la Administración no es consciente, no quiere serlo o no es capaz de ver la labor que hacen los galeristas en lo que concierne a la creación y coleccionismo. Si no hay creación no hay coleccionismo y viceversa, y el galerista tiene un papel ahí fundamental, pero la Administración es sorda.
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