Genesis P-Orridge: manual de autoayuda para destruir la civilización
Caja Negra publica las memorias de una de las figuras clave de la contracultura del último medio siglo, inventor de la música industrial y mitad de un experimento pandrógino junto a su pareja, la dominátrix Lady Jaye
Muere Genesis P. Orridge, icono de la música industrial
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Iniciar sesiónLa catarsis y los cataplines. Así se titula el vídeo en YouTube de 1984 del pesaje intelectual de Genesis P-Orridge y sus Psychic TV en 'La Edad de Oro', el programa musical de Paloma Chamorro en TVE. Ahí, un barbudo ... de Radio 3 fue agarrado por sus testículos y mordido en la mano por nuestro protagonista. «Todo el rato tiene que dejar claro que es muy malo», dice la presentadora. Y él le pregunta: 'Paloma, ¿te gusta el sexo?'.
El detalle procaz, historia de la televisión patria, se obvia en las alucinantes memorias póstumas de P-Orridge, 'No Binarix' (ed. Caja Negra), publicadas a finales del año pasado en España, y que son, en esencia, un manual de autoayuda(dá) para ser un bohemio radical, un destructor de civilizaciones (como le dijo un parlamentario) o un cortocircuitador del control según inspiró a este hippie oscuro William Burroughs a través del 'cut-up' (recorte y reordenación al azar de un texto).
Fallecida en 2020 en el Lower East Side neoyorquino tras tres años con leucemia, aunque hijo de la Gran Bretaña, fue una figura clave de la contracultura mundial del último medio siglo. Nacido y muerto varias veces, primero como Neil Andrew Megson (Manchester, 1950); segundo como Genesis P. Orridge (1971), líder de COUM Transmissions (performismo radical), de Throbbing Gristle (inventó la música industrial), de Psychic TV (decepción para el ruidista) y TOPY (Eel Templo de la Juventud Psíquika, una asociación oculta paramilitar y sexual). Por último, tras enamorarse de la dominátrix y enfermera Lady Jaye, Genesis se volvió la mitad del pandrógino, un tercer ser creado a base de 23 operaciones estéticas en ambos (la primera en San Valentín de 2003) para fundirse en algo más grande llamado Breyer P-Orridge y reventar el sistema binario.
Más allá, esta autobiografía inconclusa 'alla Kafka' por el abandono del cuerpo es también dictamen a una sociedad a demoler y guía espiritual. «Había personas que tenían un pálpito. Habían visto la luz en la grieta de la puerta. Sabían que había algo más en esa otra habitación y les daba curiosidad, pero les habían dicho que tuvieran miedo. Eran 'cautelosxs'. Necesitaban que alguien les dijera: 'Ey, está bien'. Alguien que les abriera la puerta. Ese era mi trabajo».
Albert Serra opina que las infancias de las biografías son un rollo y tiene razón, pero aquí hay una puñalada de un adolescente superdotado a un matón en Solihull, un cole exclusivo e hiperviolento para los hijos de la aristocracia británica, los incipientes plutócratas y la realeza africana. Era el becado, por buenas notas. Y se volvió uno de los 'notas' más grandes de la historia del pop y persona non-grata en el Reino Unido durante siete años de exilio, que con jactancia rememora, pues le unía en ostracismo a los pioneros Oscar Wilde y Aleister Crowley: «Buena compañía». Las últimas palabras que le dijo su padre, en una carta, fueron: «¿Cuándo va a acabar el dolor que causas?».
Pulmón de oveja
Había que ser fuerte para no desintegrarse emocionalmente ante esta carta o las innumerables transgresiones acometidas. Y Genesis lo era como el que más. Durante décadas vivió en comunas okupas sin minucias como agua caliente, váter dentro de la casa, cocina, somier, ingresos básicos y comiendo rico pulmón de oveja que le regalaban en la carnicería. Pero: ¿qué es eso al lado de mirar por encima a todos con mueca de asco y campanillas tibetanas en los 'piercings' de tu escroto?
Su primera experiencia okupa fue clave, en la comuna de Islington con los Exploding Galaxy, un colectivo de arte performático que querían eliminar el objeto de arte y hacer que el artista fuera el arte. Coincidió: «A los 17 años tuve la revelación de que la vida y el arte eran inseparables». Nada más llegar, entregó toda su ropa. Ahí empezó el sendero del bohemio abismal…
Su día a día allí era pullarse a inquisiciones psicológicas. Había que valer para jugar al 'Detente', inspirado en el místico armenio Gurdjieff. Le decías al que vieras: 'Detente', y le podías hostigar o interrogar. «Tu pelo está igual a como estaba ayer, ¿no tienes imaginación?», «¿Por qué usas cuchillo y tenedor?»… Todo era desafiado de forma constante y no se podía dormir dos veces en el mismo lugar. El ambiente era despiadado. «Yo prosperé en él, pero no todo el mundo puede hacerlo. Pensaba que era genial y justo todo lo que necesitaba: quería cuestionarlo todo». Por una bronca, el resto le dejó de hablar y alimentar. Y se piró. Pero esos cinco meses le marcaron: «El deshacerse de la personalidad, de cualquier hábito, pereza, bucle, la constante devoción al cambio. Aún pensamos acerca de aquella época. De hecho, hemos pensado en ella desde entonces».
Con Cosey Fanni Tutti, su 'novia', pero sobre todo socia, creó el teatro surrealista y extremo de COUM Transmissions en la okupa de Ho Ho Funhouse, en Hull y, luego en Londres, la innovadora ruidera de Throbbing Gristle, en una época en la que solo escuchaba si acaso música tibetana y a John Cage o Stockhausen, este devoto de Frank Sinatra, The Incredible String Band y los primeros discos de la Velvet Underground. Grababan a niños jugando en el parque pero no lo registraban correctamente y era perfecto, metían ecos y 'delays' con instrumentos que no sabían tocar y contrarritmos ignorantes sacando un sonido turbulento, abstracto y 'lo-fi' que grababan en casete directamente, cantando encima historias horripilantes como 'Hamburger Lady', sobre una mujer que sufrió un accidente y terminó calcinada y viva... Un himno al hundimiento mental. La pregunta entonces era: «¿Cómo puede esta máquina matar la música?»
El 3 de septiembre de 1975, paseando por Hackney con el también muy extremo artista Monte Cazazza, dieron con la etiqueta: «Estábamos intentando encontrar un nombre para la música que estaba haciendo TB y no parábamos de usar la palabra 'industria'. Una de las razones de mi obsesión con las cosas 'industriales' era que había visto a la 'industria' como un símbolo de cómo era Gran Bretaña antes, es decir, durante la era victoriana. Mi experiencia de Gran Bretaña durante mi infancia era, básicamente, la de la decadencia. Cuarenta y cinco años después, sin embargo, la música industrial es aún un fenómeno global. Se convirtió en algo parecido al jazz. Hoy en día puedes ir, de modo literal, a cualquier lugar del planeta y encontrar una comunidad de gente haciendo música basada en nuestras ideas. Es increíble».
El concepto era quebrar cualquier preconcepto. En un concierto, les lanzaron retretes a la cara de la indignación que despertaron. Y otra vez, dos mujeres perjuraron que tuvieron dos orgasmos simultáneos en un show. Pero en 1981, Genesis, como odiaba que la crítica aceptara cada vez más a TG, los disolvió de la manera más imprevista para causar toda la estupefacción posible a sus compañeros y fundó Psychic TV, donde volvió a sorprender al traicionar la estética industrial. Porque el plan es cambiar siempre y «cuando tengas dudas, haz lo opuesto». Pero quedando por encima del resto, a ser posible: «Estaba el dicho clásico sobre el punk: 'Aprende tres acordes y forma una banda'. Pero yo pensaba: ¿por qué aprender tres acordes? Esa es la diferencia», escribe.
De esta manera, con Psychic TV intentó «seducir al mundo en lugar de alienarlo». Y con su album debut, 'For the Hand of Chance', de 1982, nos dijo que «tienes maneras de asumir el control de tu vida para mejorarla, sin que importe si tienes recursos o no. Si el mundo se está destruyendo a sí mismo, fragmentado, paranoico y temeroso, la labor de 'lxs' artistas es abrazar y sostener a la gente y decirle: 'Está todo bien, este es un lugar seguro'». Es decir, crear un punto violeta para toda la precaria humanidad.
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