UNA mirada académica
Fórmulas de despedida
Los sentimientos, ¿cómo casan con el tono impersonal que caracteriza el estilo de los correos electrónicos?
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Soledad Puértolas
Hay ciertos detalles de nuestra vida, la más cotidiana, la de las costumbres y las fórmulas que utilizamos en determinadas situaciones, que van cambiando paulatinamente y que, cuando ya se llevan vividos algunos años —por no decir muchos, que es aún más impreciso—, actúan como ... señales indicadoras de cambios sociales significativos.
Uno de estos detalles lo constituyen las fórmulas que utilizamos, tanto en el lenguaje oral como en el escrito, para despedirnos de un amigo o un conocido.
Las cartas que escribí durante mi infancia, y que, en su mayor parte, estaban dirigidas a una amiga del colegio durante el período estival, en cumplimiento de la promesa que las amigas nos hacíamos al final del curso escolar de mantener el contacto a lo largo del verano, finalizaban con la frase «Un fuerte abrazo» o «Un abrazo muy fuerte». El adjetivo «fuerte» parecía ser el adecuado. Sin él, el abrazo resultaba poca cosa.
Ya no escribimos cartas. O muy pocas. Quizá aún existan algunas personas que lo hagan. En el caso de que, excepcionalmente, lo hiciéramos, quizá volviéramos a utilizar el adjetivo «fuerte» a la hora de enviar el abrazo de despedida. Pero cuando escribimos un correo electrónico —probablemente, lo más cercano a una carta, siendo, no obstante, algo muy diferente, ya que carece de sobre, sello y, sobre todo, no necesita ser introducida en la boca de un buzón de correos material, palpable—, no acudimos al mencionado adjetivo en la línea final. Nos refugiamos en una fórmula más neutra, más impersonal: «Saludos», «Un saludo», «Saludos cordiales». En casos más personales: «Abrazos».
Hay ciertos detalles de nuestra vida, la más cotidiana que actúan como señales indicadoras de cambios sociales
Lo cierto es que el conjunto de muchos abrazos —tal como sugiere el plural— no tiene la intensidad de un único abrazo muy fuerte. El plural viene a darle al sustantivo «abrazo» cierta vaguedad, cierta distancia, lo que se aviene bien con la naturaleza del correo electrónico, que es más frío, más técnico. Sorprendería encontrarse en este contexto con el adjetivo «fuerte». Lo «fuerte» va por otros caminos, cuya exploración, en este contexto, resultaría desbordante.
Pero a veces se nos cuelan, aún aquí, los sentimientos. ¿Cómo casan con el tono impersonal que caracteriza el estilo de los correos electrónicos? Algo nos dice que la intensidad de los sentimientos no está bien vista aquí. Quizá sea algo transitorio, o recelos de quienes ya llevan vividos algunos o muchos años.
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