Suscríbete a
ABC Cultural

La grapa

Brendan Fraser

El cómico norteamericano necesita firmar una tregua con su principal disfraz

Edu Galán

Esta funcionalidad es sólo para registrados

Los seis minutos de aplausos a Brendan Fraser en el Festival de Venecia no se debieron únicamente a su interpretación de un hombre de 200 kilos en ‘The Whale’, de Aronofski. Esa era la coartada: la celebración trataba de una metamorfosis, desde su ... belleza perfecta en ‘La momia’ o ‘Dioses y monstruos’ a la obesidad mórbida. Además de su buena imagen pública -Fraser ha superado complicados vericuetos: depresiones, muertes, divorcios, acosos…-, lo que se festejaba del actor norteamericano era la aceptación de su propio cuerpo como herramienta interpretativa esencial. Una aceptación brandoniana: la vida cuartea la carne y el actor o la actriz, en lugar de intentar detener la solera al estilo de Nicole Kidman o Mickey Rourke, debe dejarla hacerse cual chuletón sobre piedra. El cómico necesita firmar una tregua con su principal disfraz, necesita reconciliarse con él aunque quede marcado por los baches de la carretera. Se trata de una paz de perdedores, una que muchos no quieren admitir. Lo personal -con sus altibajos, sus horizontes, sus ansias-influye en lo profesional: se acabaron los papeles de joven seductor u objeto de deseo. Ya no te quieren. Avisaba Woody Allen: «En Hollywood no es ‘perro come perro’». Es peor. Es «perro no devuelve las llamadas a perro»».

Artículo solo para suscriptores

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comparte esta noticia por correo electrónico
Reporta un error en esta noticia