Dionisio González, entre utopía y ficción

El análisis de las dos propuestas expositivas sirve para definir los itinerarios y objetivos del trabajo del gijonés. Unos procesos que pueden dividirse en un triple recorrido que transcurre en paralelo o bien entrecruzándose, interactuando e hibridándose.

Por un lado, se sitúa la docuficción, la reconstrucción verosímil de un relato imaginado. Por otro, las utopías arquitectónicas, que bien pueden tomar la deriva de concluir en proyecciones de propuestas edilicias fantásticas, o pueden extenderse, mediante la manipulación digital de la foto, hasta la inclusión de dichas estructuras quiméricas y fascinantes en paisajes reconocibles. En todos los casos, sus propuesta persiguen detonar, a partir de la incertidumbre de sentirse situado en las fronteras de lo admisible, espacios de reflexión para un espectador igualmente sorprendido e intrigado.

En 'Homo Migrans', que ocupa la totalidad de las salas de la Fundación Madariaga, un ingente aporte documental en forma de fotos de época, cartas, diseños, maquetas, documentación oficial… Supuestamente encontrado en el Archivo de la Casa de Medina Sidonia, nos traslada la noticia de la visita de Le Corbusier a Sanlúcar en 1928. Un encargo de la autoridad portuaria para la construcción de un Centro de Atención a Refugiados y Asilados provocará en el arquitecto franco-suizo una íntima y persistente relación con el sur más cegador.

La luz marismeña de Doñana, la presencia biológica en lo urbano, la mística del paisaje desolado y feraz, los lábiles límites del estuario del Guadalquivir, la capacidad del ser humano para adaptarse al medio, el viento de Levante, la blanca desnudez de la cal… Serán trasladados al ideario del Movimiento Moderno a modo de estructuras palafíticas, plantas libres, fachadas abiertas, terrazas ajardinadas…

Si a ello le unimos un relato que crece en profundidad y matices con la presencia de Jacques Lacan, Joséphine Baker, Joaquín Turina, Zervos, Sert… Convendremos en hallarnos ante una de las exposiciones más sorprendentes de la temporada.

No menos importante es la investigación que Dionisio González, haciendo alarde de un importante bagaje intelectual en torno a la estética y la Historia, realiza sobre las nubes como elementos plástico-simbólicos en el arte. 'Otra taxonomía de las nubes', que se despliega en la Nave de Grabados de la Real Fábrica de Artillería, comienza con la clasificación que estableció en 1802 el farmacéutico ingles Luke Howard en su 'Essay on the Modifications of Clouds', publicado treinta años después, reinterpreta obras de Magritte, Turner o Friedrich, y alcanza nociones de lo liminar del arte como la noosfera, el 'cloud storage' o el hongo atómico, imagen desmesurada y bella del «Dios-monstruo», como lo bautizase Argullol.

En ambas propuestas emerge la erudición del artista, se constata la presencia de largos procesos de investigación y documentación y resulta plausible llegar a la convicción de que la fotografía para González, como ya avanzara de modo preclaro Sontag décadas atrás, muestra realidades que ya existen, aunque sólo la cámara esté capacitada para desvelarlas.