El desafío multicultural en las democracias, según Yascha Mounk

La inmigración, para la extrema derecha, es una de las razones fundamentales para su existencia: Trump, Le Pen, Orbán, Bolsonaro, Meloni, Erdogán, los polacos nacionalistas del partido Ley y Justicia (PiS), o nuestro Vox. Todos rechazan a esa masa en movimiento, cabeza de turco de todos los males. Mientras el resto de los partidos trata de aunar sus convicciones humanitarias con el desagrado generalizado de la mayoría de sus votantes.

ENSAYO

'El gran experimento'

• Autor Yascha Mounk
• Editorial Paidós
• Año 2023
• Páginas 382
• Precio 24 euros

En ningún país del mundo, en cualquier época, los extranjeros no han sido bien recibidos a pesar de necesitarlos. Las democracias occidentales deberían promover instituciones sociales y políticas para ayudar a contener y reeducar estos instintos irracionales de xenofobia. Promover las relaciones intergrupales que redujeran los prejuicios. Darse a conocer y colaborar entre grupos étnicos y religiosos y asociaciones mixtas, no solo dejarlo en manos de los políticos que lo utilizan según sus intereses. La inmigración debe tener la libertad de no ser perseguida como miembros de un exogrupo, es decir, por personas que no forman parte de su propio grupo identitario. Deben tener la libertad de expresión y asociación y la protección del estado frente a la intolerancia. Y también, y esto es tan importante como desconocido, no coaccionar a los individuos por el mismo grupo al que pertenecen: los familiares, los guías del mismo, las autoridades religiosas. Ni el estado que los aloja, ni sus propios compatriotas los perseguirán por razón de su identidad, opiniones políticas, raza o sexo.

Vivimos un tiempo de recesión democrática. En las últimas décadas han sido más los países que han dejado de tener instituciones políticas libres que los que las han adquirido o recuperado. La democracia liberal se tambalea. Se siguen celebrando elecciones libres, pero la intervención de los presidentes es cada vez más autocrática. La separación de poderes nunca estuvo tan en peligro. Hoy muchas de las llamadas democracias son una farsa. Y esto se inclina tanto a la derecha como a la izquierda. La inmigración es uno de los primeros grupos sociales que sufre esta inestabilidad a pesar de la vigencia de la Declaración de los derechos del hombre, la Carta de derechos de la Constitución norteamericana, y otras legislaciones más contemporáneas. Los derechos individuales de los inmigrantes pasan por la libertad religiosa, las escuelas libres acatando las leyes estatales de los países laicos o no confesionales. Este es uno de los asuntos más espinosos y controvertidos, uno de los que más impopularidad les crea. Por ejemplo, la declaración de que toda la población musulmana es yihadista, es decir, terrorista o cómplice del terrorismo.

¿Los hijos de los inmigrantes y las minorías desecharán muchas de las características que actualmente los distinguen del resto?¿Se escindirán las democracias diversas en una serie de sociedades paralelas donde los miembros de los diferentes grupos raramente coincidirán unos con otros, ni emprenderán proyectos comunes?¿Mantendrán sus identidades sin privar a una democracia diversa de una cultura compartida o de una fuerte conciencia del bien común?.

En Gran Bretaña, el gobierno laborista promovió la constitución de escuelas estatales de base religiosa para los judíos, sijs, hindúes o musulmanes. Fue un desastre. Tuvieron que volver a la escuela pública heterogénea. La homogeneidad demográfica cada vez va a ser más difícil. La despoblación, el envejecimiento, la necesidad de mano de obra joven lo hace casi imposible. La heterogeneidad avanza y debe llevarse a cabo bajo el parámetro de la convivencia y el respeto mutuo.

Aún es importante el número de europeos y norteamericanos, que creen que es la ascendencia común, y no el dominio de la lengua o el pasaporte nacional, lo que hace que alguien sea polaco o húngaro auténtico. La etnicidad y la exclusión persisten incluso en países que llevan mucho tiempo poniendo el acento en sus orígenes inmigrantes: Canadá, Australia, EE.UU. Los miembros de los grupos minoritarios seguirán siendo señalados, transcurridas incluso décadas, por el hecho de que sus ascendientes vinieron de otros países, o de que el color de la piel es distinto, o son seguidores de creencias diferentes. Pero también los inmigrantes deben tener presente que no deben rechazar los valores democráticos, no ser intolerantes con otras creencias, no ser excluyentes con sus costumbres, no vivir en enclaves étnicos como guetos, conocer la lengua que les será propia, evitar la delincuencia y el terrorismo.

El libro de Yascha Mounk, alemán de padres polacos y profesor de Ciencia política en la Universidad de Johns Hopkins, es muy ilustrativo de este grave problema social que ya está influyendo de manera decisiva en nuestras vidas. Orienta desde una sabia imparcialidad. Vale la pena que también los políticos lo lean.