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Ymelda Navajo, de periodismo y gran literatura
La trayectoria de la editora de La Esfera de los Libros, es apabullante, desde sus inicios en Alianza a la fundación del sello que hoy dirige
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El ADN de La Esfera de los Libros va con la actualidad y se centra en Historia, Política y Ciencias Sociales
Quería ser periodista. Periodista de actualidad política. Y en el camino andaba cuando, a los 21 y sin haber salido aún de la Universidad, le ofrecieron trabajar en Alianza Editorial. Eran los años setenta y en aquel entonces la empresa estaba dirigida por Javier Pradera, ... con Ortega Spottorno como presidente. El propio Pradera fue quien la sentenció: «Has entrado en un sector del que no podrás escapar nunca». Así ha sido. De Alianza, con Pradera, pasó a trabajar con Jaime Salinas, en Alfaguara. Y después en Planeta, casi veinte años y con distintas responsabilidades. Hasta que le propusieron fundar el sello que ahora dirige, La Esfera de los Libros. Y no se arredró.
Ya desde niña, Ymelda Navajo (Aranda de Duero, Burgos, 1952) era una lectora hambrienta de la biblioteca juvenil familiar. Cómo olvidar ‘La isla del tesoro’, de Stevenson; ‘Un capitán de 15 años’, de Verne, o ‘Las aventuras de Tom Sawyer’, de Twain. Entonces no existían los maravillosos libros infantiles, en color y en todos los formatos imaginables, que disfrutan los niños de hoy. Los cuentos se transmitían de manera oral, y a partir de los nueve o diez años un muchacho o una muchacha eran capaces de leer con soltura cualquiera de las obras maestras de la literatura juvenil que contenía aquella biblioteca.
De vivir, dice, todas las aventuras imaginables sin salir de tu cuarto. Después, en esa frontera indefinida entre la adolescencia y la primera juventud, entraron en su cabeza a saco los grandes de la literatura del siglo XIX, de Tolstoi a Balzac pasando por Stendhal o Zola. Y, por supuesto, Galdós, del que no dejó novela sin visitar. Entonces, afirma, los libros se releían muchas veces, se subrayaban, se comentaban… eran joyas, además, que se transmitían de padres a hijos. Nada que ver con la inmensidad de la oferta editorial de hoy.
Con todo ese bagaje personal y profesional, incluido lo mucho que aprendió sobre los libros al lado de la familia Lara, unos «grandes emprendedores» que tenían «una habilidad increíble para combinar grandes catálogos literarios con una brillante gestión», en el año 2000 fundó, al lado de Pedro J. Ramírez y Antonio Fernández Galiano, La Esfera de los Libros.
El libro en papel parece que va a sobrevivir a todo, incluso a las incertidumbres respecto a la inteligencia artificial
En otoño de 2001 aparecieron las primeras novedades de este sello, vinculado al grupo Unidad Editorial. Querían entonces, dice, que los contenidos de los libros se parecieran lo más posible a las secciones de un periódico (política, sociedad, internacional…), y así se fueron construyendo sus primeras colecciones, hace ahora 25 años.
¿Se cuenta Ymelda Navajo entre los que piensan que el periodismo es un género literario? Pues sí. En este país, dice, a veces no se valora el trabajo de un periodista cuando investiga un tema y es capaz de convertirlo en una obra literaria. Hace falta mucho talento para investigar, para hacer trabajo de campo, para escribir, para hacerlo comprensible al lector. Los periodistas, añade, y más en este momento de consumo de noticias a gran velocidad, necesitan profundizar en los temas que tratan y es una manera de que su trabajo se reconozca en una dimensión distinta.
Un ADN fundacional, el de la Esfera de los Libros, muy cerca de la actualidad periodística, que hoy se orienta sobre tres grandes veneros: Historia, Política y Ciencias Sociales. Entre sus títulos más recientes, algunos como ‘Astur’, de Isabel San Sebastián; ‘Los mitos de la Guerra Civil’, de Pío Moa; ‘Los ojos amarillos de los cocodrilos’, de Katherine Pancol, o ‘La inutilidad del sufrimiento’, de María Jesús Álava. Autores y editores…
Porque la relación autor-editor, dice Ymelda Navajo, siempre acaba siendo un misterio, aunque sin duda es lo más interesante de su trabajo. Como en toda relación humana, el proceso pasa por distintas etapas y avatares, y no es fácil encontrar «un equilibrio y una estabilidad eternos».
Editores, autores y, al otro lado del libro, lectores. Esos lectores que muchas veces no conocen ni editor ni autor, pero que «saben muy bien lo que quieren». Y no se les puede dar gato por liebre. En la aplicación de esta fórmula, las cifras de crecimiento del mercado del libro en los últimos años, que han roto muchos pronósticos, dan pie para el optimismo. En 2024 el aumento ha sido «de dos dígitos».
El libro en papel parece que va a sobrevivir a todo, incluso a las incertidumbres respecto a cómo la inteligencia artificial va a afectar al sector, a los derechos de autor y a los procesos de la industria. Todo se andará. Entre los lectores de siempre y también entre los lectores más jóvenes. Sobre todo, porque en los últimos años, y gracias a la lectura juvenil, están surgiendo «nuevos géneros literarios muy interesantes que hoy copan todas las listas de best-sellers». Una gran noticia, dice también.