CRÍTICA DE:

'Blanco', de Nacho Criado: el maestro del tiempo infraleve

madrid

Hubo también un Criado fotógrafo, técnica que conectó con otras disciplinas, que ahora es ‘revelado por el Círculo de Bellas Artes dentro del programa de PHotoEspaña

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'Idea de inmortalidad', de Nacho Criado. Obra de 1976 ABC

Seis sillas y un mismo sujeto fumando plácidamente en cada una de ellas hasta completar el ‘6 asimétrico’ (1974); esa fue la primera obra de Nacho Criado que atrapó mi atención por su claridad, pero también con la sensación de que allí había algo ... enigmático. Cuando pude escucharle, y durante 12 horas seguidas de monólogo, justamente en la esquina del Círculo de Bellas Artes, a mediados de los ochenta, Nacho hizo que tuviera todavía una sospecha mayor de que aquellas ideas y relatos que desplegaba sin cesar tenían un sustrato ‘inquietante’.

En un viaje que podría calificar como iniciático y absolutamente divertido a Cazorla para dar un taller juntos, le escuché hablar, una y otra vez, de su pueblo, Mengíbar, y de la impresión que conservaba de las paredes encaladas, de ese blanco que hacía que las lágrimas brotaran de los ojos, no por la tristeza sino por la intensidad del color los días de insoportable calor veraniego.

Contemplando ahora las obras de la estupenda exposición que ha comisariado César Borja en el Círculo de Bellas Artes no puedo dejar de rememorar la conversación que adquiría el tono de lo obsesivo, las reconstrucciones cuasi-arqueológicas de ideas que todavía no había puesto en escena, la evocación alegórica de desiertos que también podían ser alusiones a la arquitectura alpina.

Nacho Criado (1943-2010) no daba, valga el juego de palabras, en el blanco, entre otras razones porque su imaginario era completamente excéntrico. Basta revisar sus composiciones para entender que la geometría por la que tenía querencia estaba más cerca de lo etnográfico que de la ‘datidad’ ideal minimalista.

Criado utilizó la fotografía en unos planteamientos que podríamos calificar como ‘híbridos’ vinculados a sus procesos performativos, pero, sobre todo, para meditar tanto sobre su relación con la Naturaleza como en una singular modulación de la subjetividad que expande el sentido del autorretrato.

Blanco (y negro). De arriba abajo, 'Encalado de una pared' (1974); 'Distancia mínima' (1973); y 'Predisposición para lo que no se escucha se oye' Nacho Criado

En los años setenta ya había dejado atrás aquellas pinturas que hizo a finales de la década anterior sobre hojalata, que se reconsideraron en la galería José de la Mano en 2023, y había realizado el intempestivo ‘Homenaje a Rothko’ en la galería Sen (1970), la primera exposición de un joven artista que estaba dispuesto a desplazarse a contracorriente, cargando pronto con la etiqueta de ‘conceptual’, aunque sus intereses estuvieran más cerca del arte ‘povera’ o de los comportamientos procesuales.

La instalación que da título a la muestra en el Círculo es un ejemplo del afán de Criado por ‘revelar’ las diferencias en el proceso de las repeticiones lingüísticas, en una clave que guarda correspondencias con los juegos de palabras de Marcel Duchamp, al que siempre tuvo como referente, incluso en la confianza en el azar o en la valoración de lo infraleve.

Este intenso artista que planteaba la pregunta de si es la memoria una estrategia del tiempo no perseguía atrapar en sus fotos el instante decisivo. Al contrario: ofrecía secuencias en las que, por ejemplo, intentaba nadar en el barro o parecía comportarse como un cazador furtivo, entraba y salía de galerías de arte, señalando acaso que lo único decisivo ahí eran los ‘ritos de paso’ o llegaba a ‘mimetizarse’ con una pared encalada buscando esa «presencia del tiempo adimensionado», convencido, como escribió para su exposición en el Palacio de Cristal en 1997, de que «lo que no se escucha se oye».

Nacho Criado

'Blanco'.Círculo de Bellas Artes. Madrid. C/ Marqués de Casa Riera, 2. Comisario: César Borja. Organiza: PHoto España. Hasta el 27 de julio. Cuatro estrellas.

Todavía sigo escuchado, con fervor, ecos de las conversaciones de Nacho Criado, que, a su exposición en este mismo lugar en 2007 puso por título ‘[No existe]’. Confiaba, a pesar de su actitud nihilista a la manera beckettiana, en que tras la ruina algo quedaba. Su lucidez, esa blancura que hasta hiere, claro que existe.

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