Ben Shahn, un pintor casi correcto en el Museo Reina Sofía

En España, a excepción de las cuatro pinturas que conserva el Museo Thyssen, la obra de Shahn ha tenido escasa presencia e influencia. Ahora, con motivo del 125º aniversario de su nacimiento, el Museo Reina Sofía acoge esta tardía y esperada antológica, la primera celebrada en Europa desde 1963. Según su comisaria, Laura Katzman, el vínculo con España estaría justificado por la apasionada defensa que Shahn realizó desde Nueva York de la causa republicana durante la Guerra Civil. Un nuevo capítulo del largo monólogo ideológico que caracteriza al museo madrileño, idóneo para releer la base obrera del artista desde los parámetros de la nueva izquierda cultural.

La exposición incorpora documentos inéditos extraídos del archivo de Shahn y analiza su proyecto estético más allá del trillado debate entre figuración y abstracción, con nuevas perspectivas vinculadas a su particular empleo de la foto.

La cita también se detiene en obras tardías en las que exploró temáticas espirituales, extraídas del judaísmo y sus libros sagrados. No obstante, la principal novedad aportada por el discurso expositivo es la mirada a la vida y la obra de Shahn a través de la lente de la diversidad, una mediación hacia la sensibilidad de los espectadores actuales que se traduce en un examen de su corrección política. El punto clave es el cuestionamiento del 'universalismo humanista' del pintor, analizado como ideal surgido de una cultura dominante, que habla en nombre de los demás y que omite diferencias culturales.

Esta perspectiva permite poner en tela de juicio ciertas disposiciones jerárquicas en su manera de representar a las personas blancas y negras, o evidenciar su visión del colonialismo, que para él se limitaría a los antiguos imperios europeos, mientras pasaría por alto esa «colonización interior» que ya denunciaban algunos activistas de su época para describir la situación de negros, nativos y latinos que vivían en los barrios más degradados. La exposición también señala el desinterés de Shahn por las cuestiones de género: su compromiso con la causa del trabajo se centró en los varones obreros y obvió, señala Katzman, el creciente número de mujeres que empezó a trabajar en la Gran Depresión y, sobre todo, durante la II Guerra Mundial.

Pese a todo, este inmigrante judío de clase trabajadora sale airoso del examen moral, pues ni sus sesgos eurocéntricos ni sus facetas patriarcales alcanzan para victimismos o cancelaciones. Sin embargo, sus 'contradicciones' motivan que la comisaria afirme en el último capítulo de la exposición que el gran legado de Shahn no reside en ninguna de las respuestas que llegó a ofrecer en su extenso trabajo pictórico, sino en su activación de una sencilla pregunta: ¿Puede el arte contribuir a la lucha por un futuro más justo?

Ben Shahn

'De la no conformidad'. Museo Reina Sofía. Madrid. C/ Santa Isabel, 52. Comisaria: Laura Katzman. Hasta el 26 de febrero de 2024

Tal reducción a la obviedad parece poca cosa para un artista que siempre se posicionó con honestidad a favor de la justicia social, incluso cuando fue objeto de ataques, censuras y listas negras. Su propuesta ejemplificaría un modo anticuado de hacer arte político, alejado de las actuales exigencias publicitarias de impacto, de poses rebeldes, gestos transgresores y sustitución de la igualdad por la diversidad.