LIBROS
‘Vidas provisionales’, de Gabriela Adamesteanu: Rumanía y la generación de ídolos caídos
La escritora y periodista rumana se define por una literatura detallista con la que disecciona el estremecedor pasado de su país
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Iniciar sesiónNovelista, cuentista, ensayista y periodista, Gabriela Adamesteanu (Targu Ocna, 1942) es una de las mejores autoras no solo de la literatura rumana si no de toda la literatura centroeuropea actual. En España se han traducido anteriormente a la novela ahora aparecida, ‘Vidas provisionales’, otras obras ... de igual calidad, deslumbrantes: ‘Una mañana perdida’, así como ‘El mismo camino de todos los días’ y ‘El encuentro’. La suya es literatura de densidad y a la vez microscopia , detallista, que alterna radiografías históricas combinadas magistralmente con retratos de personajes e interiores. Se trata de radiografías agudas, no exentas de ironía, minuciosas y devastadoras en ocasiones a través de un solo gesto o diálogo. Unas radiografías que adquieren una lucidez estremecedora, casi fantasmal y despiadada , y que tienen como inspiración los años del comunismo en su país, en la época del dictador Ceausescu. Un presente que se alterna con otras etapas negras del país: con los viajes a un pasado vergonzoso y colaboracionista con los nazis, bajo el mando también férreo del dictador Antonescu.
En ‘Vidas provisionales’ nos volvemos a encontrar como protagonista a Letitia, que ya estaba presente en la excelente novela de iniciación de Adamesteanu, crónica de los años 50 y 60 en Rumanía, El mismo camino de todos los días, un auténtico clásico de la literatura contemporánea en esa lengua. Letitia es ahora una joven intelectual, aspirante a escritora, que trabaja en una institución cultural, nombrada como El Edificio a lo largo de la novela. Obsesionada por no repetir la sombra del «fracaso» que tiñó la historia de su represaliada familia, Letitia arrastra con ella la mancha de un dossier poco correcto para las siempre vigilantes autoridades comunistas.
Frustraciones
Casada y atrapada en la cárcel de un matrimonio sin amor con Petru , un tosco y a ratos brutal profesor, por el que no experimenta ya ningún sentimiento salvo el de una vaga culpabilidad, Letitia ahora está enamorada de Sorin, un compañero de trabajo con el que ha iniciado una relación y con el que comparte un «territorio común»: proceder de «la clase burguesa perseguida». Nacidos ambos bajo el Régimen, el único que han conocido, los dos comparten sus frustraciones «en un mundo en el que los modelos son tan solo ídolos caídos».
Aparentemente todo parece transcurrir igual que en otros lugares del mundo libre: son jóvenes que escuchan a Dalida, Los Platters y Los Beatles, que llevan zapatos con plataforma y hebilla comprados en Berlín, mientras las melodías de Aznavour «atraviesan las ventanas abiertas que dan a la estatua de Lenin enfrente del Edificio». Pero todos sabemos que se trata de una farsa basada en la mentira , el miedo y la sospecha como única forma de relacionarse entre unos y otros.
Es maestra a la hora de describir las claves de un mundo férreamente cerrado
Adamesteanu es una auténtica maestra a la hora de describir las claves de un mundo férreamente cerrado sobre sí mismo, el comunista, difícil de desentrañar para los de fuera. Los afilados retratos descritos por Adamesteanu, tanto de un sinfín de personajes que se pasean por la novela, como de las prácticas y corruptelas, vividas a diario, deslizándose a través del más mínimo resquicio cotidiano, son realmente soberbios. Se trata de un sistema o tela de araña inexpugnable que forjaba los complejos tejidos de dictaduras omnipresentes, temidas por todos. Saca a la luz las contradicciones sarcásticas de un sistema de despótico partido único basado grandilocuentemente en «una sociedad sin clases». Sin embargo, en él, los privilegiados eran siempre los mismos: miembros del aparato del Partido, del Estado y de la temida Securitate.
Un tortuoso y perverso universo, que se basaba sobre todo en un sistema de delaciones, amenazas veladas, premios, castigos o exclusiones laborales sin posibilidad de reclamación. Un universo kafkiano, gris , del que la protagonista, Letitia, irá tomando nota en un cuaderno destinado a un futuro, cuando la pesadilla pasada por todos tenga que ser explicada.
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