LA DOLCE VITA

Víctor Colden, la vida como memoria

En ‘Veinticinco de hace veinticinco’ rememora momentos de su existencia, trascendiendo lo personal. Consigue que sean de todos

El escritor Víctor Colden

«El tiempo arrebata la vida y devuelve memoria; dorada por las llamas y negra por las ascuas» escribió Adan Zagajenski , Premio Princesa de Asturias de las Letras. El dorado de las llamas es lo que queda en el recuerdo, la memoria de ... lo que uno fue; las ascuas es lo irremediable, lo que solo es ya ceniza, lo que se extinguió sin dar apenas tiempo. ‘Veinticinco de hace veinticinco’ de Víctor Colden (seudónimo), publicado por Newcastle Ediciones, es el recuerdo cuando queda escrito, porque la memoria es la materia de la que están hechos los sueños, la literatura. Poco importa quién es el narrador cuando el tiempo también es una niebla unamuniana que todo lo encubre y borra , así como la lluvia borra el mundo, y borra los contornos y los desfigura. Pero queda.

La vida es memoria. El arte de la memoria envuelve lo inverosímil entre la realidad y la ficción. La mirada que recorre las diversas epifanías y concede valor o exhibe su demérito a las circunstancias; la mirada que ilumina los espacios de sombra que el tiempo ha alterado, o recobrado, o corregido. Todos los que fuimos están ahí, a la espera de ser rescatados.

Sueños e incertidumbres

Borges recordó que «somos nuestra memoria/somos ese quimérico museo de formas inconstantes». Víctor Colden rememora en 2013 lo vivido en 1988. Han transcurrido veinticinco años y es hora de transformar en palabras, un hecho digno de la alquimia, misterioso y emocionado, las instantáneas que, como fogonazos, vuelven a la vida, al presente. La muerte del padre, el año de cuarto de Filología Románica en la Complutense, su imborrable Camino de Santiago junto a María Luisa, los veranos en Málaga, sus músicas y lecturas poéticas, los amigos que se pierden en el azaroso destino, las incertidumbres, todas, sobre lo que vendrá, los sueños que surgían en la larga noche de la juventud, los que vinieron después y los que ya no están, el año en que irrumpieron, sin ser llamados, «el miedo, la responsabilidad y otras cosas», y decidió ser escritor, aún cuando los primeros escarceos resultaran desoladores, cuando Proust, Waugh eran las referencias sobre un pasado tan cercano y descubrió unas notas manuscritas de su padre muerto, un diario dirigido a su hijo que éste desconocía.

Sí, un libro escrito por Colden, pero con un narrador universal que conduce al lector a seguir esta geografía de la memoria como si de sí mismo se tratara. Trascender la anécdota, la epifanía personal e instalarse en la memoria de otro. Menudo mérito literario, el más conmovedor.

Taberna Tempranillo

Pasear por la Cava Baja madrileña, otrora festín de tabernas y gentes, es un escaparate de los tiempos sombríos presentes. Hay que seguir y ahí continúa Taberna Tempranillo , en el 38. Nos espera un soberbio arroz con bacalao de estirpe zamorana; animoso, el pulpo con humus o los garbanzos con tinta de calamar, la ensaladilla de ventresca y el sin fin de vinos y cervezas para aligerar. Es de agradecer.

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