ARTE
Tres exposiciones con la memoria como hilo común
Diana Velásquez y Mikha-ez –en Madrid– y Óscar F. Vega –en Bilbao– han inaugurado muestras de su obra reciente, en la que exploran vertientes muy distintas del pasado
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Diana Velásquez
Seguro que la mayoría de ustedes han pasado alguna vez junto al solar de una casa recientemente derruida y han visto, en el muro del edificio, los restos de azulejos, papel pintado o pintura que han sobrevivido a la demolición, memoria de las personas que habitaron esas viviendas desaparecidas. Esa es una imagen que puede venir a la mente ante la exposición de Diana Velásquez (Bogotá, 1978) en el madrileño Espacio Habitar la Línea . La artista colombiana crea ‘collages’ pintando sobre acrílico patrones que remiten a lo decorativo y lo ornamental , a esos elementos gráficos que nos acompañan toda la vida y que –aunque a veces no seamos conscientes de ello– van marcando nuestra mirada. Velásquez pone en valor esas piezas heterogéneas consideradas fuera del arte (textiles, moda, interiorismo, cerámica) y que en ocasiones siguen siendo una forma de lo local, de la diversidad cultural y de lo diferente. Diana Velásquez. Another Approach to non Painting. Espacio Habitar la Línea (Madrid). C/ Amparo, 91. Hasta el 29 de septiembre.
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Mikha-ez
«No hay nada que merezca la pena hacer que no se pueda hacer en una cama», decían los Hermanos Marx en uno de sus ‘shows’ radiofónicos. Esa frase es mucho más cierta durante nuestra infancia, cuando la imaginación convertía nuestro lecho en un castillo, en una tienda de campaña en mitad del bosque o en cualquier otra cosa que quisiésemos soñar ; a la vez, un refugio y un vehículo para viajar por todo el universo. Mikha-ez (Gijón, 1991) ha partido de esos recuerdos de niñez como base para su último proyecto y ha pedido que compartan los suyos a un grupo de personas relacionadas con el mundo de las artes, entre las que están Enrique Vila-Matas, Isabel Coixet, Fernando Castro, Puño, Beatriz Arce Adrados o Jessica Burrinha . Entre todos surge un catálogo de camas-barco, camas-biblioteca, camas-fortaleza, camas-cueva... Versiones de la niñez, todas reconocibles pero todas únicas, que Mikha-ez ha plasmado en un montón de almohadas sobre el que uno desearía tirarse en plancha, o agarrar una y lanzársela a la persona más cercana. Al fin y al cabo, eso es exactamente lo que habríamos hecho de niños. El proyecto se completa con un libro que recoge todas las propuestas, editado por AT Colección. Mikha-ez. Mi cama era un océano, un cielo, un bosque y la noche. Galería Nueva (Madrid). C/ Doctor Fourquet, 10. Hasta el 30 de septiembre.
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