Una serie para las grandes ligas

Sin entrar en comparaciones insidiosas, la segunda temporada de 'La Unidad' , disponible desde ayer en Movistar+ , supone un avance incuestionable a lo que ya era un logro de nuestra ficción. No es fácil adentrarse de forma creíble en un género tan delicado, y caro, como la lucha antiterrorista. Beto Marini y Dani de la Torre pulen algún defecto menor y completan otros seis capítulos memorables, que muchos no podrán resistir ver del tirón o con los mínimos descansos para satisfacer las necesidades corporales básicas.

Al principio de la serie podría ponerse una leyenda similar a la de 'Dos hombres y un destino' : «Gran parte de lo que sigue es cierto». Casi todo lo que ocurre es real. Como cuenta De la Torre, es el fruto de muchos meses de preparación, de asistir a detenciones de terroristas peligrosos, a reuniones de operativos claves para la seguridad nacional, de patear la Comisaría General de Información y conocer a los verdaderos infiltrados en células yihadistas «que se juegan la vida por descubrir dónde se va a producir el mal antes de que eso ocurra».

La serie producida por Buendía Estudios tiene los medios necesarios, pero el mérito es no despilfarrarlos y construir con esa realidad un 'cuento' creíble y trepidante. Como se ve ahora, una vez conocidos los personajes, encarnados por un reparto de primera calidad, no es necesario apelar tanto a sus problemas domésticos, salvo cuando son verdaderamente relevantes. 'La Unidad' se concentra ahora en lo que importa y golpea sin piedad al espectador , que se sentirá atrapado e involucrado en el sufrimiento de sus protagonistas.

El recurso final es efectivo y, de momento, no le afecta tanto la repetición. Ya descubrirá el público en qué consiste la última amenaza terrorista de la temporada, pero en 'Furia' (Filmin) ocurre algo parecido. Es un suceso que justifica además la intromisión en esas vidas personales que solo en contadas ocasiones se ejerce bien, como en el periodismo.

Al espectador le aguardan sorpresas, algunas difíciles de asimilar, una historia trepidante y unos actores estupendos, los ya conocidos y alguna incorporación feliz. La riqueza de escenarios, nacionales e internacionales, del Metropolitano a localizaciones de tres continentes distintos , ponen la producción a la altura de lo concebido. 'Oficina de infiltrados' era un modelo feliz en ese sentido y en muchos otros. 'La Unidad' no sigue sus pasos porque la historia y los personajes no son los mismos, pero se atreve a jugar en esa liga sin complejos.