ARTE
Picasso, excusa para todo
El genio del autor del ‘Guernica’ se mide en su casa en Málaga con grandes maestros de la pintura. Una pequeña muestra de tesis que corrobora el gran conocimiento de Picasso de la Historia del Arte
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Iniciar sesiónPicasso nunca cansa. Ni a quienes van a ver sus exposiciones en los museos de medio mundo, ni a quienes las montan, las comisarían, las organizan, las piensan y repiensan bien en su formato cubista o en el más clásico; en desafío creativo con ... sus amigos o con sus enemigos; con sus maestros y con sus discípulos; con sus mujeres y con sus amantes. En definitiva, con quien le pongan delante.
Hay Picasso para todos, y rara es la exposición en torno a él que defrauda en expectativas de público o crítica. El año pasado pudimos acercarnos a sus raíces ‘íberas’ en la muestra que organizó el Centro Botín de Santander , y en 2023, con el cincuenta aniversario de su muerte en el calendario, veremos cómo su silueta se recortará al lado de Coco Chanel -interesante dúo el previsto en el Museo Thyssen de Madrid; con ganas de desmenuzarlo- o contrastará su dimensión escultórica con Julio González , en la Fundación Mapfre.
Gabinete
Ahora, me ‘enfrento’ a la que acaba de inaugurar el Museo Picasso de Málaga bajo el título de ‘Cara a cara. Picasso y los maestros antiguos’. Una muestra pequeña -podríamos definir como de gabinete- que por muchos nombres de alcurnia que reúna, en absoluto resulta grandilocuente o pretenciosa. Tal vez la pega que se le pueda achacar también tenga que ver con este detalle: se queda corta, puesto que el recorrido se abre y se cierra en una sola sal a, y este duelo al sol malagueño con Picasso te deja con ganas de más grandes artistas y más grandes obras con las que seguir disfrutando de los retos y diálogos establecidos. (Comentario aparte merece el espacio añadido al discurso curatorial que presenta el departamento didáctico, de interrelación con el público mediante ‘juegos’ y complicidades. Brillante en su táctica y muy necesario en todas la instituciones museísticas).
No obstante, y de vuelta a Picasso y sus compañeros de muestra, la recoleta dimensión es ‘peccata minuta’, porque en otra de las plantas del museo se expone todo el arsenal fotográfico que Brassaï realizó sobre la ciudad que amó Picasso: París . Otro duelo de titanes. Entre las numerosas imágenes que se exponen en este otro recorrido -este sí que resulta muy amplio y detallado-, hay una excelente selección de fotos de los estudios y residencias que el artista malagueño habitó en la ciudad del Sena y de lo muy intenso, infatigable, que era su trabajo. En sus rincones se ‘amontonaban’ cuadros de todos los tamaños y esculturas realizadas con toda clase de materiales y de todos los formatos. Valgan estas secuencias para constatar que, efectivamante, a Picasso la inspiración o las musas le pillaban siempre trabajando . Nos queda patente, sin lugar a dudas, que su producción da para todos estos ‘duelos’ y todos los que se quieran plantear.
Lo sobresaliente radica en que no todos los artistas son popularmente conocidos
El Greco, Francisco Pacheco, Caricciolo, Zurbarán, Cornelius Norbertus Gijsbretchs, Bernardo Lorente Germán y Diego Bejarano son los siete artistas clásicos con los que dialoga Picasso en esta exposición en concreto. A primera vista, lo sobresaliente radica en que no todos ellos resultan popularmente conocidos y reconocidos como maestros con mayúsculas, de ‘alta cuna’ pictórica. Por tanto, hay una ambición en el planteamiento expositivo de superar las evidencias en torno a los nombres de habitual relumbrón o descarado atractivo para el público. Las relaciones, los guiños, en absoluto resultan forzados.
El Greco
Más allá de este detalle, lo importante es que Picasso n unca dejó de lado la tradición , que su gusto por la pintura más clásica viajó con él a lo largo de los años y de las etapas por las que atravesó su fulgurante carrera. Superada la admiración confesa del malagueño por El Greco -«La estructura de El Greco es cubista», dicen que dijo-, se distiguen sus estudios e indagaciones en géneros tan tradicionales como el bodegón y las vánitas, sin olvidar su galería infinita de retratos.
Si hemos de fijarnos en los retratos, el diálogo más intenso se entabla, precisamente, entre El Greco y Picasso. Del primero se expone el ‘Retrato de Jorge Manuel Theotocópuli’, que se mide con sus ‘Busto de hombre’ y ’Cabeza de mosquetero’. El malagueño exagera en sus pinceladas la ya exagerada mano de El Greco. Un desafío fascinante. Picasso no le tiene miedo a nada ni a nadie . La Historia del Arte no pesa sobre sus espaldas porque la Historia del Arte la reintrepreta él mismo a su manera. Veamos la ‘Olga Khokhlova con mantilla’, de Picasso, frente al ‘Retrato de dama’, de Francisco Pacheco. La tradición más picassiana con la esencia del Barroco sevillano. Observemos la ‘Vánitas’ de Cornelius Norbertus Gijsbretchs (artista flamenco a revisar y reinvindicar) con el cuadro titulado (tan modernamente) ‘Restaurante’... Detengámonos en la ‘Salomé’ de Caricciolo en duelo con la ‘Naturaleza muerta con gallo’... En definitiva, una exposición pequeña, pero pintona.
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