Mariano Navarro - Crítico y comisario
Años determinantes, artistas imprescindibles
La década de los setenta supuso un sinnúmero de estímulos creativos que sus representantes artísticos superaron con nota
Ignacio Gómez de Liaño, LuisGordillo y Santiago Serrano en Ponce+Robles
Los artistas que iniciaron su trayectoria profesional en los primeros años setenta son, a mi juicio, absolutamente imprescindibles para entender la introducción en el arte español de lenguajes novedosos como el pop, el conceptual, el ‘povera’, el ‘minimal’ y el movimiento ‘suport-surface’, ... una relectura contemporánea de Matisse y Cézanne y la ampliación del campo propio de la escultura. Un numeroso grupo de los que trabajaron en Madrid, aquellos a los que traté y de los que aprendí en mis años de formación como crítico y comisario, y a los que he seguido y admirado durante décadas, han formado parte de la exposición ‘Un bosque interesante’, ya clausurada en la galería Ponce+Robles –generosamente comentada en estas páginas por Javier Rubio Nomblot –, que está en el origen del reportaje al que acompañan estas notas.
Procesos de cambio
Señalemos, en primer lugar, que sus protagonistas -nacidos en su mayoría en los cuarenta y primeros cincuenta-, iniciaron su andadura en diferentes lugares de la geografía española, en los últimos años, no por ello menos represivos, de la dictadura franquista , en una sociedad ya en proceso de cambio y en un sistema del arte con mínimas, aunque crecientes posibilidades en el transcurso de la década, que contribuyeron en un grado relevante ellos y ellas a configurar.
Se experimentaron entonces cambios radicales : la nueva figuración madrileña, las diferentes líneas de la abstracción, los nuevos modos de relación con la Naturaleza y el paisaje, la incorporación de la vivencia psíquica y personal, la investigación científica y el activismo político inductor de conciencia social a la obra de arte. Se produjeron en aquellos años confluencias y concurrencias de disciplinas distintas, que abarcaban la poesía concreta, visual y de acción, la música experimental, el cine y unos primeros balbuceos del vídeo. Del mismo modo fue habitual la colaboración entre artistas de distinta procedencia estética.
Alfonso Albacete y Juan Navarro Baldeweg, durante la conversación en Ponce+Robles
En el campo de la historiografía y la crítica, se vivió un profundo cambio de paradigma y de valores, con la incorporación de una muy joven generación de intelectuales y pensadores que renovaron y ampliaron su campo de actuación y su presencia pública, introduciendo discursos críticos en la organización de exposiciones, lo que hoy conocemos como el comisariado. Sin falsa modestia, sino con agradecimiento, me incluyo entre ellos, pues mediada la década de los setenta inicié la labor profesional en la que, como la casi totalidad de los artistas que siguen vivos, todavía permanecemos en activo, y, en el caso de los artistas, con singular relevancia en la escena artística.
Aunque muy tímidamente todavía -pues la gran eclosión institucional se produciría entre finales de los ochenta y la década de los noventa- se fue ampliando el horizonte galerístico en numerosos lugares del país, así como la complicidad de las nuevas galerías y de algunos coleccionistas con los nuevos artistas.