José Luis Garci - TELEGRAMAS CINÉFILOS
‘Extras’
Una buena figuración, es decir, bien elegida, hace que la película tenga consistencia, vigor, verosimilitud
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Iniciar sesiónNunca me ha gustado que a los actores de reparto les llamen ‘secundarios’ , ni que se refieran a los figurantes como ‘extras’ , que es como les dicen los que no pertenecen a la profesión. Hay en los ... figurantes, en casi todos los miembros de la ‘figuración distinguida’, en ellas y en ellos, algo triste, de pudo haber sido, marchito, sobre todo a esa hora soleada del mediodía en que comen el bocadillo (en los años sesenta, la bolsa de Revertito, con el filete empanado y el plátano), cuando charlan por los codos contándose otra vez que Juanpe le dio un beso a Sofía Loren en Ávila o la suerte que tenía Mariela en ‘El regreso de los siete magníficos’, y es que en las pausas de iluminación, Yul Brynner , aunque estuviera jugando su partida de ajedrez con Navarrete, siempre la invitaba a un café con leche.
La figuración de antes tenía el aspecto de aquellos grupos de fugitivos, o de refugiados, que veíamos en el No-Do, aunque fueran vestidos con los nobles ropajes de Cornejo para la corte de Versalles. No sé por qué, pero los figurantes siempre me recordaban un poco esas personas que acaban de perder su casa en una inundación, o los emigrantes acogidos en campamentos fronterizos. Una buena figuración, es decir, bien elegida, hace que la película tenga consistencia, vigor, más aún, que transmita verosimilitud.
A lo largo de cincuenta años -que no se dice pronto- de estar en rodajes, he conocido figurantes de todas clases : mujeres guapas, alegres, ilusionadas con ir obteniendo cada vez mejores ‘papelitos’, pero que luego, con suerte, se acomodan en Peluquería, Sastrería o Producción. Me he fijado en muchos hombres callados, algo misteriosos, muy colaboradores, tipos veteranos, y todos, por lo general, humildes y educados.
A las ocho de la mañana, con heladas tremendas o acercándose un calorón bíblico, ahí están, listos, estudiantes perezosos, viudas con hijos mayores, jubilados, opositores, amas de casa, mecánicos, albañiles, empleados de Seguros, camareros, vendedoras de lotería, reventas, músicos, chicas de alterne, burlangas, flamencos, y, claro, aspirantes a directores de cine, a guionistas, a Carmen Sevilla o Carmen Maura , qué sé yo, te puedes encontrar de todo.
Filmar una película con figuración es complicado, tanto como planificar en el mar, de barco a barco, o dirigir escenas con caballos y carruajes. Si yo hubiera hecho un wéstern -habría dado cualquier cosa por ello-, uno pequeño, íntimo, ‘de cámara’, tipo ‘Cabalgar en solitario’, de Boetticher , seguro que habría contado con figurantes como Molino Rojo, Pepe Galera, Padilla o ‘el Curry’ . Habrían estado estupendos en esos personajes que están al fondo, que huelen a granja, un pionero, o un guía de los que bailotean esas noches en que los de la caravana -los carros formados en círculo- recuerdan más que nunca sus pueblos y sus paisajes, allá lejos, en Dinamarca o Polonia.
Marisa ‘la valiente’, habría sido una magnifica dependienta de la tienda de ultramarinos del último poblachón camino a Seattle; Pili Romero , tan guapa, ideal para la chica que sirve el desayuno en el Hotel, a Clint o Burt , en medio de aromas a huevos fritos, café y bacon. Lo que quiero decir es que sin los Galera (alias ‘el Habichuela’) o las Marisas pelirrojas, los wésterns de Coop y Wayne no tendrían ese ritmo y ese interés que nos obligan a no apartar nunca los ojos de la pantalla.
Fijaos en el viejo que está al lado del que les vende matarratas a los apaches y en la rubia del ‘saloon’ que atiende al hijo mimado del dueño del rancho ‘Dos estrellas’. Ignoramos sus nombres, aunque no sus rostros, porque los hemos visto en cien películas, en los patios de las cárceles jugando al baloncesto, en los reformatorios femeninos compartiendo cigarrillos o un espejito, en fin, llenando de vida los encuadres. Qué hermosa gente, que diría el hoy olvidado Saroyan .
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