LIBROS
Javier Moro: «Somos un país con tendencia a olvidar a nuestros heroes»
En su última novela, «A prueba de fuego», recrea la aventura americana de Rafael Guastavino, el arquitecto español de Nueva York
Javier Moro, fotografiado en el Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid poco antes de la entrevista
De su visionaria mente arquitectónica salieron algunas de las obras que hicieron de Nueva York esa ciudad adorada y codiciada, encarnación del sueño americano: e l Museo de Historia Natural, el Carnegie Hall , Grand Central Station, el Great Hall de la isla de Ellis, ... la catedral de San Juan el Divino, parte del metro... Y, sin embargo, pocos en España saben quién fue, realmente, Rafael Guastavino (1842-1908). Un personaje cuya vida de novela, prueba, una vez más, de que la realidad supera siempre a la ficción, atrajo a Javier Moro , que recupera su figura -y la de su hijo- en su último libro, A prueba de fuego (Espasa).
Me recuerda mucho a Gaudí, aunque Gaudí se quedó en Barcelona y Guastavino se fue a hacer las Américas.
Gaudí no hubiera podido ser Gaudí si no es por Guastavino, le allana el camino. Eran muy distintos. A Guastavino le propulsa a América un accidente familiar; si su mujer no le abandona al descubrir que tiene un hijo con la criada, se hubiera quedado en España, pero eso permite que se desarrolle en un entorno en el que la innovación estaba a la orden del día.
Un entorno que le fascina.
Le fascina y sabe que el dinero está allí, a pesar de que no habla el idioma. Emigrar a cualquier país de la América española hubiera sido mucho más fácil para él.
Fue un visionario.
Sí.
«A Guastavino, en Estados Unidos, los arquitectos lo estudian aún hoy»
¿Comprendido en su época? Sobre todo en nuestro país.
En nuestro país le entendieron, pero en aquel momento España no tenía los medios para que él pudiera desarrollar su método constructivo. Lo hizo en parte con la fábrica Batlló, pero Barcelona se le quedaba pequeña. Llega a Estados Unidos con la cultura del mundo mediterráneo a cuestas, heredado de los bizantinos, de la arquitectura islámica, romana.
Su hijo dijo que su obra eclipsó a su persona.
Sí. Yo no soy historiador ni arquitecto, me interesaba su aventura humana. Como siempre en mis libros, está el expatriado, cómo vives dos culturas a la vez.
¿Qué descubrió de él?
Es un tópico decirlo, pero lo interesante de los personajes son sus incongruencias, sus imperfecciones, sus locuras…
Y él es una mina de oro.
Es una mina. Aunque Rafael Guastavino son dos, es la obra de los Guastavino; de hecho, las mayores obras, como San Juan el Divino, son del hijo. Eran muy buenos los dos, y los dos eran Rafael Guastavino.
«Como siempre en mis libros, está el expatriado, cómo vives dos culturas a la vez»
Cuando muere, el «New York Times» le define como «el arquitecto de Nueva York».
Es que era el perejil de todas las salsas, formaba parte de los proyectos de todos los grandes arquitectos, que dejaban un blanco en sus planos para él, era la parte que le daba la personalidad al edificio.
Y, sin embargo, en España es un bastante desconocido.
-Entonces se le conocía en círculos muy pequeños, y ahora todo se ha olvidado.
Pero, ¿por qué?
Porque somos un país con tendencia a olvidar a nuestros héroes, y es muy grave, porque los grandes personajes son los que fomentan el vínculo social. Si no creemos en estos héroes, si no existen para nosotros, no tenemos dónde reflejarnos.
«La enseñanza, la educación, es fundamental para mantener el país cohesionado»
Es inherente al carácter español. La Historia de España ha sido muy tremenda, y no la hemos superado, yo creo, todavía. Un personaje como Guastavino en Francia sería un héroe nacional. Isabel Zendal, también. Aquí tenemos como una especie de mirada despectiva hacia nuestro pasado, hacia nuestra Historia, cuando debía de ser completamente al revés. Es parte de esa decadencia española que empezó en el siglo XIX y que no acaba.
¿Y tenemos remedio?
Sí, por supuesto, el país es estupendo. Nunca han estado las cosas mejor en España, eso no hay que olvidarlo, pero todavía hay esta cosa de poder ponerse de acuerdo sobre nuestra historia, y eso es fundamental, porque el vínculo social se hace en el colegio. Si todos aprendemos la misma Historia, las mismas gestas heroicas, tenemos los mismos referentes, entonces todos compartimos los mismos valores, se gana en homogeneidad.
Seríamos un país menos fracturado.
Mucho menos fracturado. La enseñanza, la educación, es fundamental para mantener el país cohesionado. Eso lo entendió la república francesa mucho antes que nosotros. Aquí cada cual campa por sus reinos de taifas, y es una pena, porque podemos presumir mucho históricamente. Habría que poder ver nuestro pasado, que es maravilloso, en su contexto. La monarquía católica española ha regido el mundo durante más de trescientos años, y eso no se hace por la fuerza de la coerción.
Mientras tanto, gana enteros el revisionismo histórico.
-Es un absurdo total. Sirve a todos los grupos políticos que intentan hacer de su capa un sayo.
Por suerte, nos queda la literatura.
Sí, por supuesto. El genio del espíritu español anda por ahí. A Guastavino en Estados Unidos los arquitectos lo estudian, es un personaje que no ha perdido su interés y lo reivindican. Y aquí muchos arquitectos no saben quién es. Si con la literatura se puede llegar a corregir, de algo sirve.
Espero que de algo más…
Sí, espero que emocione.