FOTOGRAFÍA
James Casebere: demasiado «photoshop»
El fotógrafo norteamericano se equivoca proponiendo su última serie en Helga de Alvear como respuesta «espiritual» al covid
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Iniciar sesiónRodeado de las fotos de James Casebere (EE.UU. 1953), he tenido la sensación de que sus palafitos multicolores no transmitían esperanza, ni materializaban una idea de hospitalidad utópica, sino que me inquietaban por su mezcla de ornamentalidad vacía y cursilada pretenciosa. Conocido ... desde hace años por su estética de «maquetismo» , ha terminado por quedar atrapado en un manierismo que cuenta con una temperatura visual glacial.
El artista indica que ha sentido la necesidad, tras realizar una serie sobre la arquitectura de Luis Barragán , de «pensar sobre el futuro más que sobre el pasado». Su reacción a la «patafísica» de Trump fue la de fotografiar espacios marcados por la espiritualidad, lugares para la meditación solitaria. Ahora sus imágenes son, según sus palabras, «reacciones a la crisis medioambiental» : «Si estas estructuras, dispuestas en espacios abiertos, parecen estar inacabadas es debido a que las imaginé como un lugar para que las personas desplazadas encuentren seguridad y refugio en la orilla durante una emergencia medioambiental». Pero no sabemos si está haciendo alusión a la subida de los océanos o al acqua alta veneciana; si acaso está recordando alguna jugosa escena de Los vigilantes de la playa o preocupado por las emisiones de gases de efecto invernadero.
Recordemos que los palafitos son construcciones realizadas sobre aguas tranquilas, sostenidas en pilares de madera. Se ha establecido la hipótesis de que la razón para construir ese tipo de viviendas fue para mantener una distancia protectora con respecto a peligrosos predadores o vecinos hostiles. Parece difícil pensar que esos sean los elementos habitacionales que proporcionen acogida en este tiempo catastrófico. Lo que Casebere ha «edificado» es un patético discursito pseudo-ecologista que apenas camufla su ingenuismo acrítico. Se le ha ido la mano con el «photoshop» , regodeándose en unos reflejos acuáticos bastante penosos. Metido en una especulación buen-rollista , ha sugerido que estas estructuras «evocan la experiencia y la necesidad de mantener la distancia física contra el covid-19». Tendremos más necesidad de un palafito que de una mascarilla. No se trata tanto de una reflexión delirante cuanto de una analogía oportunista, tentativa ridícula de dotar de «contenido» a imágenes anodinas . Estas postales retro-turísticas están vaciadas y no hay palabrería promocional que pueda vender esos simulacros. Seguramente hagan las delicias de coleccionistas necesitados de «esperanza» multicolor, antes de regresar a la «normalidad» de chiringuito.
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