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ABC Cultural

ARTE

Warhol, humor y sufrimiento vital

La obsesión de Warhol por las repeticiones tuvo un porqué. Y la culpa de todo fue siempre del implacable efecto del paso del tiempo. La analizamos con la excusa de su exposición en el Guggenheim de Bilbao

Vista del montaje de «Sombras» en el Guggenheim de Bilbao

FERNANDO CASTRO FLÓREZ

« No tengo ningún mensaje concreto –dijo–. Ojalá lo tuviera. Sería fantástico. No hay mejor mensaje que la diversión, así que intentemos ser divertidos ». Saturados de lo obsceno, apenas somos capaces de comprender otro arte que el de la banalización; Warhol ... buscó, a la manera baudeleriana, lo eterno en lo efímero, consciente de que la obra parece decir algo elemental: «Esto es lo que hay». Puede que no haya que hacer nada (en un deseo negativo y resistente, a la manera de Bartleby ), o solo pasar la aspiradora. A este maestro de la apropiación le gustó trabajar con sobras : «Las cosas desechadas y que todos saben que no valen para nada –podemos leer en « Mi filosofía de A a B y de B a A »– pueden ser divertidas. Es como un trabajo de reciclaje. Siempre pensé que había mucho humor en las sobras». Aceptó que no hacía falta ser original , que el arte mecánico, de la foto a la serigrafía o a la filmación cruda, tenía legitimidad plena. No tiraba nada porque incluso las conversaciones anfetamínicas, como la de Ondine , pudieron servir para «transcribir» la novela que tituló «A».

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