LIBROS
El genuino placer del movimiento
Un precioso volumen gráfico que recoge un sueño y una formidable tradición tecnológica: los automóviles en España
Alfonso XIII, amante de los coches, conduce el suyo, un 30-40 HP en junio de 1913
Una fotografía en las primeras páginas de este libro muestra un puente estrecho en un paisaje mediterráneo. En la calzada diminuta aparece un coche descapotable. Desde el asiento de atrás, un hombre de aspecto patricio saluda a la multitud asombrada. Jóvenes campesinos llevan palos en ... la mano derecha, sobre los que han colocado su sombrero, a modo de saludo al tiempo moderno que se abre.
Para muchos, debió ser el primer coche que vieron en su vida . Es solo uno de los testimonios recogidos en un precioso volumen gráfico que recoge tanto un sueño como una formidable tradición tecnológica, constituida por los automóviles en España. Con la delicadeza habitual en sus colecciones, la editorial Turner, con el apoyo de la Federación española de vehículos antiguos , ha reunido historias grandes y pequeñas de quienes confiaron en marcas que perduran en algunos casos -Hispano-Suiza, Seat, Ford- pero en otros han desaparecido: Elizalde, Abadal, Hércules, Patria.
'Los comienzos del automóvil en España...' Varios autores. Turner, 2021. 320 páginas. 80 euros
Ingenio y talento
Lejos de las aburridas e inventadas visiones negativas de nuestro pasado, aquí se muestra que los españoles intentaron con ingenio y talento entrar en la era del automóvil. En 1857, el ingeniero barcelonés Antonio Serrallach logró producir dos «locomóvile» a vapor. Solo cuatro años después, el ingeniero de Valladolid Pedro Ribera se las arregló para viajar de su ciudad natal hasta Madrid, en un locomóvil inglés con dos pasajeros y a quince kilómetros por hora. En 1879 nació el transporte militar español en automóvil. Un mapa fascinante del duque de Alba de 1927 muestra el «circuito de firmes especiales», para entendernos, una guía de carreteras de España digna de tal nombre.
El impacto social del invento en España tuvo un apoyo constante del rey Alfonso XIII
Capítulos dedicados a la competición, la vida social y de campo, así como los primeros propietarios , incluso damas distinguidas como Carmen de la Peña o Elsa Meade, prueban el impacto social del invento, que tuvo un apoyo constante del rey Alfonso XIII. Resulta conmovedor el registro textual y gráfico de la valiente peripecia automovilista española.
Rentabilidad dudosa
Un pionero, Francisco Bonet, señala Pablo Gimeno en su maravilloso estudio introductorio, nunca tuvo otra intención que fabricar un coche en España para su propio uso. Por eso hay que considerar a Emilio de la Cuadra , que logró hacerlo en 1899 y quería venderlos a potenciales clientes, quien debe ser considerado primer fabricante. Resulta curiosa, en una etapa temprana, la experimentación con motores eléctricos y de explosión, que facilitaron la producción masiva.
Mientras ciertas fábricas exitosas, como Elizalde, transitaron del automóvil a la aviación, para acabar integradas en el Instituto nacional de industria durante los años cincuenta, otras sucumbieron . Como en todas las historias de innovación, la rentabilidad fue con frecuencia dudosa. Algunas industrias fabricaron vehículos tan avanzados para su tiempo que resultaron inviables desde un punto de vista financiero. Los relatos que se ocupan de los cuarenta primeros propietarios explican con finura el éxtasis y el deseo que se apoderó de quienes los adquirieron.