«El entusiasmo»: Remedios Zafra, en el laberinto digital

El trabajo creativo se basa en la precariedad permanente aún mayor y en el indefinido futuro incierto. Pero incluso en la industria de la cultura la creación se va subordinando al mercado. Vacío laboral y vital . El trabajo a través de las pantallas provoca hiperactividad, aislamiento laboral, menor conflictividad empresarial al no existir un centro de trabajo. Y las miles de montañas de información ocultando el conocimiento que genera conciencia. Lo que no se conoce no se desea, exige un mayor tiempo de atención y, por tanto, un mayor coste: se pospone, es improductivo. Por ejemplo, pensar, escribir, leer, permanecer en silencio. Durante estas últimas décadas se pudo vivir dignamente del trabajo cultural , ahora regresamos a los tiempos anteriores cuando no se respetaban los derechos de autor y la propiedad intelectual. El mundo tecnológico se ha apropiado de todos nuestros recursos y se ha convertido en un patrón fantasma. Como dice Zafra, ahora se vuelve a la idea de la donación, la valoración del ejercicio artístico se ha socializado del lado de la afición y el placer, el simple gusto por hacer parece ser ya la compensación suficiente, el pago a lo creativo va implícito en su mero ejercicio.

En internet todos sus usuarios son creadores en potencia. Pero internet es fundamentalmente un lugar de entretenimiento. El sistema cultural es hoy un conjunto de personas creativas desarticuladas económica, social y políticamente. Lo mismo sucede en el panorama laboral: becarios, interinos perpetuos, autónomos falsos, colaboradores . Y todo esto se agrava con la mujer, una presencia insustituible pero aún desconsiderada. Remedios Zafra se refiere al ciberfeminismo. A partir de ahora ¿la cultura se equiparará con la pobreza? Pero si esto no es poco grave, lo peor sería el riesgo de la pérdida de lo más valioso: la libertad que convierte la creatividad humana en algo espiritualmente transformador.

Y a pesar de todo: hay que seguir con el entusiasmo, defiende Zafra. Entusiasmo, júbilo, todo empañado por cierta desazón. Jóvenes investigadores y estudiantes pugnan por abrirse paso en un mundo que diluye la autoría, un mundo que impone la mercadotecnia.

Sibila, el personaje de este magnífico ensayo que, a veces, también se metamorfosea en una espléndida narración, nos conduce por los entresijos de la universidad y su mundo cada vez más laberíntico e inservible. Sibila, heterónimo de Remedios, cuenta su propia experiencia como si fuera la protagonista de una novela realista de este siglo XXI. Nos relata, suavemente, la sensación de fracaso de los universitarios, el desastre de la investigación, la inutilidad de los congresos internacionales, previo pago... Y en este nuevo mundo sin fronteras la verdad que ya no es verdad, y las informaciones interesadas filtradas, y la cesión involuntaria e ilegal de nuestra libertad a los algoritmos.

¿Cómo vivir en un mundo que se debate entre la realidad y la ficción? ¡También en las ficciones políticas! ¿Cómo vivir en el aislamiento, en el abandonarse en lo virtual? ¿Cómo vivir en la desmaterialización? Desolación, entusiasmo. Sibila no renuncia a ocupar un lugar en el mundo, el derecho a tener un lugar como joven, intelectual, mujer… Trabajo, creación, sexo, amor, diversión (todo «on line») y ¿el pensar? A Sibila cada vez más le resultan imposibles incluso las respuestas oraculares. ¿Quién se encargará del ser humano más allá de su papel de materia prima laboral y de consumo? El entusiasmo de Sibila no pasa por la depresión . La depresión, ese estado de ánimo insurgente, anticonsumista ya ha quedado abolido. Sibila es valiente y consciente del complejo mundo que le ha tocado vivir. Tratará de modificarlo según sus posibilidades. Así es la conciencia clarividente que procura este libro muy vivido por la propia autora. Un libro cuasiautobiográfico, pensado, reflexionado y explicado con cordura y certeza. «El entusiasmo» es uno de los mejores y más «refrescantes» ensayos escritos en los últimos años . A pesar de las muchas y difíciles cosas reales que nos cuenta, nos ofrece una bocanada de esperanza.