SERIES
Chicho con mascarilla
Las viejas 'Historias para no dormir' regresan con cuatro nuevos capítulos que son a la vez un homenaje y una muestra de respeto al inmortal maestro
Carlos Santos da vida a Chicho Ibáñez Serrador en uno de los capítulos
Chicho Ibáñez Serrador recibió homenajes en vida y en muerte. Los periodistas más veteranos y algún advenedizo contaron todo lo que se podía contar. Ahora es recordado con una serie inspirada en sus «míticas» 'Historias para no dormir' , como se anuncia ... en la cabecera. En la exaltación del genio barbudo aparece incluso su hijo Alejandro , en el mismo episodio en que Carlos Santos interpreta a nuestro Hitchcock con evidente esmero, aunque produzca alguna rozadura en la memoria.
Con Chicho cada uno tiene su propia relación emocional, marcada por la edad. A mí me dan más miedo algunos humoristas que fue incorporando al 'Un, dos, tres…' que sus capítulos más tenebrosos. Va por barrios, gustos y generaciones y los temores de hace medio siglo son muy distintos de los actuales. No son iguales los terrores que te desvelan que los que sobrevienen justo cuando te has dormido. Hay quien teme que le persiga un oso o un terrorista y otros sentimos pavor a las tediosas pesadillas burocráticas.
Las cuatro nuevas historias para no dormir vienen firmadas por directores de primera: Rodrigo Sorogoyen , Paco Plaza , Paula Ortiz y Rodrigo Cortés , quien además escribe con Manuel Jabois el capítulo 'El asfalto'. Lo mejor es que las técnicas de grabación y los presupuestos son tan superiores que, por este lado, en Amazon Prime Video y en TVE pueden presumir de producto más que digno, brillante. El reparto también es de primera, no desmerece a los grandes intérpretes que poblaban los viejos relatos de Chicho, a menudo adaptaciones personales de pequeñas joyas de la literatura. Otra ventaja de estas historias es que son mucho más que una nueva versión. No solo no hace daño conocer los antiguos, sino que sería incluso recomendable ver las dos versiones juntas, algo que TVE se podría plantear cuando emita la serie.
El primer capítulo parece la sucursal española de 'Black Mirror', una distopía con la que Sorogoyen retoma el viejo tema de 'El doble' , inquietante y borgiana, en la que caben incluso las leyes de Asimov , aunque la principal amenaza parece la perpetuación de las mascarillas.
'Freddy' nos deja ver al perverso Chicho interpretado por Santos, en otro juego que habría agradado a Borges . El muñeco responde a las expectativas en el capítulo en el que el terror se impone con más claridad. Paco Plaza domina el género, diabólico en todos los sentidos.
'El asfalto' es otro de los capítulos más recordados, un 'tierra trágame' que Paula Ortiz sabe llevar a nuestro presente, con Dani Rovira varado con su bicicleta de repartidor. El humor negro original, sello esencial de la marca, se recicla con acierto, consecuente hasta el final. Es una idea genial que, gracias también a la corta duración del capítulo, no se echa a perder, como ocurre tantas veces con los planteamientos no menos asombrosos de una figura como Stephen King .
'La broma' cierra el cuarteto, en una historia de 'Perdición' conyugal y laboral, un juego de quién engaña a quién sostenido por sus grandes intérpretes: Nathalie Poza , Eduard Fernández y Raúl Arévalo . Rodrigo Cortés, en plena madurez creativa, cierra con aplomo una puerta inquietante que, si todo va bien, no quedará clausurada para siempre.