LIBROS

Aleixandre, Neruda, Juan Ramón Jiménez... las otras bibliotecas desaparecidas

La Guerra Civil española hizo estragos en infinitas colecciones de libros particulares en Madrid

El poeta Juan Ramón Jiménez

Jesús Marchamalo

Los efectos que la guerra tuvo en decenas de bibliotecas particulares en Madrid fueron devastadores: desapareció la de Vicente Aleixandre en la Colonia Metropolitano, convertida en frente de guerra, y la de Pablo Neruda en la Casa de las Flores, en Argüelles, alcanzada ... por los obuses franquistas. La misma suerte corrió el hotelito donde vivían los Baroja en la calle Juan Álvarez Mendizábal, y en el que desaparecieron no sólo libros sino cuadros y manuscritos, tanto de Pío como de su hermano Ricardo y la imprenta de su cuñado, Rafael Caro. Ramón Gaya, perdió sus libros, y toda su obra en su casa de la barriada final de San Antonio de la Florida, junto al río, que resultó prácticamente destruida. Desaparecieron también los libros de Ramón Gómez de la Serna al dejar su casa de la calle Villanueva: «Cuando pasen 17 días, quédese con todo lo que quiera», le dijo a su portera al salir camino del exilio. Nunca se supo qué ocurrió con ellos.

El caso de Juan Ramón

Y fue especialmente dramático el caso de Juan Ramón, cuya biblioteca fue asaltada por un grupo de falangistas . «Fueron Carlos Sentís, Félix Ros y Martínez Barbeitio, aunque ellos siempre lo negaron», recuerda el escritor Andrés Trapiello . «No sólo se llevaron libros sino manuscritos que Pemán les obligó a devolver , aunque no lo hicieron en su totalidad; tengo la fotocopia de la dedicatoria que Machado firmó a Juan Ramón en su ejemplar de ‘Soledades’ y que, evidentemente nunca reintegraron».

Otras bibliotecas, por esos caprichos de la guerra, se salvaron: la de Ortega , que se respetó, o los libros de Cernuda , que quedaron en casa de su hermana Ana. «Los libros pasaron después a manos de Ángel Yanguas, sobrino del poeta», afirma Antonio Rivero Taravillo. «Una parte acabó más tarde en la Residencia de Estudiantes , otros se subastaron, y otros los conserva todavía la familia».

En esa biblioteca había ejemplares firmados por Concha Méndez, Gerardo Diego, Aleixandre… Y la primera edición de «La realidad y el deseo» , que se dedicó Cernuda a sí mismo: «A Luis» -escribió-, «que ha escrito estos poemas por desesperanza unos, otros por desesperación».

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