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Los diez mandamientos de la Feria del Libro de Madrid
Fieles a nuestras tradiciones, estamos un año más entregados a la Feria del Libro y a sus protagonistas: editores, libreros y lectores. He aquí un decálogo para adentrarse en El Retiro
laura revuelta
Setenta y tres ediciones de la Feria del Libro en total, y veintitrés que lleva este suplemento a sus espaldas, dan para que podamos trazar este decálogo de propuestas, cuyo cumplimiento en absoluto es obligatorio, pero sí sugerente.
1.- No a las palabras en vano. ... Y estas tienen que ver, en su mayoría, con los eslóganes y frases hechas –con los tópicos bien armados en su sonoridad lingüística y en su vacío argumental– que circulan por estos lares. Empezando por el título que se ha buscado este año para nominar la edición recién inaugurada, la setenta y tres: «Deletrear el mundo». Aparte de sonar bonito, poco más. A hueco, me atrevo a sentenciar, porque ¿esto de deletrear el mundo qué quiere decir? Parole, parole, parole o blablablá.
2.- No visite el «stand» o caseta del país invitado. Suena descortés, pero invitar a un país a eventos de esta clase y condición no suele dar mucho juego, como no sea a unos pocos y afortunados. Generalmente, a los invitados a costa del país en cuestión. No obstante, este año no busque ese espacio porque no lo encontrará. Será por la crisis o porque se nos acabó el mundo y tendríamos que volver a dar la vuelta al ídem, cuando no están los tiempos para tanto viaje de ida y sin muchas vueltas de tuerca entre lo manido de las propuestas, de los nombres. No hay país ni literatura invitada. Todas son bienvenidas en el idioma universal de los libros.
Somos lectores de pro, y a la contra; nos quedamos solo con las letras. Pasamos de las cifras
3.- No haga cola por nada ni por nadie. En cuanto atisbe una en lontananza, active el GPS de su cerebro y escuche esa voz interior que le dirá: gire a la derecha, luego a la izquierda o dé media vuelta. No merece la pena aguantar en fila india para que le firme un ejemplar el autor de moda; la moda pasará y el autor también, y usted habrá perdido un tiempo que podría haber dedicado a la lectura.
4.- Pase de las «fajas reductoras». Por faja, entiéndase la tira que suele rodear amorosamante, cual abrazo del que debe desconfiar por norma, la portada y la contraportada del libro. Para mayor inri, en colores llamativos. Por reductora, entiéndase que nada aporta. Reduce las verdaderas dimensiones del libro en cuestión a adjetivos como «divertido, cínico, generoso, alegre, sensual y ambicioso...», que bien se pueden colocar sobre el ombligo literario de un Premio Nobel o de la última autora erótico-festiva.
5.- No compre un «best seller», por favor. Por superventas me refiero a los de usar y tirar. Ya sabemos que vender mucho no tiene por qué ser sinónimo de malo. Este mandamiento encierra otros tantos. Pero, sobre todo, sorpresas, porque si se sale del campo ya trillado de las listas de los más vendidos, en activo todo el año, usted podrá descubrir en primera persona –sin ayuda de nadie, ni siquiera del marketing más atávico que es el boca a oreja– ese libro que puede ser el de su vida. Está demostrado que esta experiencia de acertar sin ayuda de nadie da una satisfacción extra, hace que el ego propio de un lector, sin más aditivos que los del gusto por la letra impresa, se infle como un globo en plena feria.
Está bien apostar por las pequeñas editoriales, que nos descubren auténticas maravillas
6.- Mejor de lunes a viernes. Hay cinco días de la semana en que (casi) todos trabajamos y nos vemos abocados a ser carne de weekend para hacer todo y con todos (familia, amigos...). ¡Ir a la Feria del Libro el sábado o el domingo es una locura! ¡Y con todo el mundo colgado del brazo, más! Con lo delicioso que resulta pasearse entre casetas cualquier otro día –de lunes a viernes al mediodía–, hasta el calor (si casca el sol) es menos caluroso... Y si es al caer la tarde o a media mañana, miel sobre hojuelas.
7.- Rehúya de los programas de mano. Quien esté leyendo estas líneas ya se habrá dado cuenta de que todas estas recomendaciones descansan en una cierta incorrección o salirse por la tangente antes que obedecer lo que llevamos haciendo un año tras otro en la Feria del Libro. Por eso –viene escrito en el programa y, aunque no fuera así, nos lo imaginaríamos– en esta edición García Márquez (fallecido en el mes de abril) y Quino (Premio Príncipe de Asturias) copan las citas. También Octavio Paz , en su centenario. Además de... Déjense perder entre los márgenes o entre los árboles de El Retiro.
8.- Mejor caseta pequeña que grande. Nada en contra de las megagigantescas plataformas editoriales que traen y llevan a algunos de los autores y títulos de referencia cada temporada. No obstante, todo el año suele ser suyo. Siempre gozan de un espacio protagonista en este y en otros eventos. Metros y metros para ellas solas. Por eso, en citas tan populares como la Feria del Libro, está bien apostar por las pequeñas editoriales que ocupan las casetas de apenas 3 por 3 metros, que se mueven entre los resquicios que deja el mercado, pero que nos han descubierto en los últimos años auténticas maravillas.
9.- No más lágrimas por la crisis. Ni una edición más echando la culpa al empedrado de la crisis la culpa de todo. Por muy verdad que sea, por mucho que haya sufrido y esté sufriendo el sector editorial, ni una edición más pasada por los tics lacrimógenos de la autocomplacencia. Ya tenemos bastante con que esté pasada por el agua (lluvias y tormentas) habitual en estas fechas y que las lluvias de primavera puedan aguar los resultados finales.
No merece la pena aguantar filapara que le firme el autor de moda. La moda pasará
10.- Desconfíe de las cifras. Al anterior punto se suma este otro, porque la Feria del Libro cada uno la cuenta según le va. «Al final de» y «al principio de», imposible ponerse de acuerdo en los resultados. No obstante, como nosotros somos lectores de pro, y a la contra, nos quedamos solo con las letras. Leemos, releemos y pasamos de la numerología.
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