'2.000 revoluciones': el poder latente de la Colección ABC en Castellón

Lejos de articular una historia cerrada, la muestra traza una cartografía parcial pero elocuente del arte español reciente, con énfasis en las múltiples vinculaciones que lo conectan con la Comunidad Valenciana. La disposición de la sala es clave. En la parte más amplia se despliegan las obras pictóricas más representativas del conjunto, con un foco explícito en creadores que nacieron, se formaron o vivieron en la región.

El recorrido comienza con un autorretrato de Santiago Ydáñez de su periodo más introspectivo. A partir de ahí, el montaje establece conexiones intensas. Una fotografía de Tamara Arroyo dialoga con una pieza de Ángel Masip que funde técnica mixta y naturaleza indómita, mientras las formas corporales de Moisés Mahiques introducen tensiones casi performativas.

La selección no es caprichosa, sino reveladora, pues muchas de las obras datan de la década de los 2000, en especial de 2007, un año que preludia la gran crisis de 2008 y que ahora se percibe cargado de un presentimiento colectivo. También hay piezas de los noventa e incluso de los setenta, unidas no por estilo o temática, sino por su incorporación en momentos decisivos para la colección.

Aquí conviven generaciones y estéticas diversas: del realismo de Florencio Galindo a la abstracción de Ruth Morán o Iñaki Gracenea, pasando por los universos insólitos de Elena Goñi o Serzo. En contraste, al fondo se reserva un espacio más contenido, casi en penumbra, y se agrupan ilustraciones y dibujos de prensa. Aquí resuenan los ecos de la sátira política, con obras que reflejan el humor ácido y la crítica oblicua que durante años ofrecieron artistas gráficos en las páginas del periódico. Las ilustraciones eróticas de Manuel Rivera para poemas de Alberti, un dibujo de Grau Santos o una emblemática portada de Eduardo Arroyo… Esta parte funciona como contrapunto reflexivo, recordando que también lo efímero puede fundar memoria.

Quizás lo más notable de la propuesta no es solo lo que muestra, sino lo que activa. La Colección ABC, testigo de la Transición, se revela como un archivo emocional y político del país. Más que preservar imágenes, las hace latir.