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ABC Cultural

«Hijos de la selva», el rescate de los indígenas por Viggo Mortensen

Brasil y Paraguay, hasta el día de hoy, esconden tribus desconocidas en su territorio

«Hijos de la selva», el rescate de los indígenas por Viggo Mortensen efe

Carmen De Carlos

Brasil , hasta el día de hoy, esconde tribus desconocidas en su extenso territorio. Su vecino Paraguay , más célebre por su azarosa historia política, también oculta comunidades indígenas que huyen del contacto con el hombre blanco. El fenómeno es antiguo pero la existencia de comunidades como éstas las recogió, a principios del siglo XX, la cámara de un pionero, el antropólogo alemán Max Schmidt .

Los tesoros gráficos de este investigador, que desarrolló casi toda su carrera en el Paraguay profundo, los descubrieron Federico Bossert y Diego Villar , dos argentinos que hurgaron en los fondos del Museo Etnográfico Andrés Barbero de Asunción. Deslumbrados con la riqueza del material gráfico fueron en busca de Viggo Mortensen , el actor, músico, poeta, pintor y dueño de la editorial Perceval Press . El resultado de aquel encuentro fue el libro publicado esta semana, «Hijos de la selva», un viaje en imágenes a las tribus olvidadas de este lado de Sudamérica.

«Fue como la primera vez que llevé a mi hijo de viaje en avión»Reconoce que «estaba bastante nervioso». Hacer de correo con un maletín repleto de fotografías históricas entre Asunción y Estados Unidos no era poca cosa, «fue como la primera vez que llevé a mi hijo de viaje en avión», asegura. Viggo Mortensen lo recuerd a en Buenos Aires durante la presentación de la última joya de su editorial. Diego Villar, el joven antropólogo que lo firma con Bossert advierte su sorpresa al reconocer las fotografías limpias, sin la mugre de decenas de años encima que le devolvió el actor. «No lo podía creer. Han aparecido rostros nuevos que estaban ocultos detrás del moho», observa en La Patriótica , flamante sede del Centro Cultural de España.

Schmidt, oriundo de Altona (Alemania), fue un abogado que renunció al Derecho para dedicarse al estudio de los aborígenes. La primera mitad del siglo XX se instaló, para siempre, en Sudamérica donde comenzó, «a viajar por el Mato Grosso (Brasil) antes de trasladarse a Paraguay. En Asunción dirigió el museo que hoy se llama Andrés Barbero y en el depósito, tras su muerte, quedó almacenada su colección de placas de vidrio con las fotografías que hoy ilustran el libro», describe Villar.

«Conseguí convencer a un cacique del carácter inofensivo de mi cámara»En la edición, en inglés y en español en simultáneo, de «Hijos de la selva» se descubren imágenes de etnias como los umotinas o kayabis , retratados en escenas costumbristas de pesca, caza con arcos o alfarería. También los guatós , que vivían a orillas del río Caracará, están presentes en imágenes mientras despellejan a una manada de monos y familias Kozarini-paresís dan su testimonio mudo frente a sus chozas de hojas secas o en piraguas rústicas construidas con troncos vacíos de árboles.

El día a día de las tribus de entonces, -algunas como los wichis sobreviven-, incluye estampas lúdicas de chicos jugando en tapa rabos con una pelota, posiblemente entregada por Schmidt. En el libro se recoge un truco al que recurre el alemán para poder retratarlos. «Conseguí convencer a uno de los caciques del carácter inofensivo de mi aparato fotográfico. Le pedí que mirara en el espejo de la cámara y me coloqué delante de la lente. Al comprobar que ser reflejado así no me provocaba ningún daño, siguió mi ejemplo. Así pude fotografiar a todo el grupo».

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