Manuel Jesús, «El Cid»: «La presión por cortar orjas cohíbe»
El matador sevillano vuelve a Los Califas con la intención de refrendar su momento de madurez profesional
V. MOLINO
Manuel Jesús Cid Salas «El Cid» ha sido un torero de Madrid. A temprana edad y tras vivir una infancia donde siempre anduvo cerca de los astados tras regentar su familia un negocio de envasado de leche, este sevillano (Salteras, 1974) se fue a vivir ... la aventura de ser torero a la capital de España. Seis años como novillero y experimentando, como siempre ha reconocido la «dureza» del arranque, el diestro tomó la alternativa en el año 2000, aunque su despegué verdadero no se produjo hasta cinco años más tarde, cuando abrió en dos ocasiones la Puerta del Príncipe de la Real Maestranza y cuando salió aupado de Las Ventas después de cortar dos orejas a un toro de Victorino. El Cid es una de las principales figuras del escalafón de matadores, sin embargo, no ha aterrizado en Córdoba todavía. Este torero, de trato sencillo y hombre de hogar, ha vivido en sus propias carnes el éxito de la Fiesta después de haber sabido alcanzar la cima sorteando en el camino múltiples dificultades. Ahora, según matiza, vive un momento «muy bueno» donde la motivación por disfrutar delante de la cara del toro continúa intacta, aunque, como así reconoce, contempla la profesión «de otra manera».
-Viene de torear dos tardes en Madrid y una, entremedio, en Talavera, donde le cortó un par de orejas a un Victorino. ¿Llega a Los Califas con impulso?
-Estoy muy contento. Mi paso por Madrid, pese a no haber cortado orejas, la valoro como dos tarde importantes. Me ha dado mucha seguridad. Tengo muchas ganas de querer hacer las cosas como las siento.
-Regresa a Córdoba tras varios años sin pisar su albero, ¿han cambiado mucho las cosas desde entonces?
-Es cierto que llevo varios años sin hacer el paseíllo. Y le tengo mucho cariño a la ciudad. He estado con gente del Círculo Taurino. El hecho de verme anunciado en los carteles me hace estar muy contento. En Córdoba hay muy buenos aficionados. Uno va madurando profesionalmente con el paso de los años.
-¿Cree que es una plaza que se le resiste?
-Pues sí. Se me ha resistido porque la última que maté, recuerdo que con Jesulín y Perera fue la de Osborne. He matado también reses en festivales donde he disfrutado muchísimo. El cartel de este año me gusta mucho. Ojalá tenga la posibilidad de poder expresarme.
-Por las declaraciones que hizo después de actuar en Madrid, parece especialmente motivado.
-Los toreros pasamos ciclos. Primero tienes que abrirte camino, luego colocarte, consolidarte… Y, posteriormente, la madurez. Llego en un gran momento, sí.
-Da la sensación de que se le ve más relajado, como con menos presión por el éxito inminente.
-A lo mejor es que eso [el éxito] te da más igual. Cuando te da igual cortar o no orejas, pienso que es cuando fluye el torero que llevas dentro. Me refiero a cuando te sueltas y no tienes tanta presión. Aunque las orejas siempre hacen falta, son importantes en figura y en no figura.
-¿Ejerce mucha presión Madrid a un torero que se ha vaciado en su ruedo?
-Las Ventas es una plaza que te responsabiliza mucho por el tipo de público. Cuando pasas el ciclo de la novedad, la gente te ayuda y te jalea. La gente te espera y te exige. En ese momento, es cuando hay que actuar con determinación. El toreo surge cuando la gente se te entrega un poco antes. Muchas veces, las ansias de cortar las orejas y de triunfar supone que las cosas no salgan como uno quiere. Esa presión que cohíbe.
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