AFP

M.L.C.

El pasado 15 de julio, el Sol brillaba más que de lo habitual. No es nada que no haya pasado antes, aunque no deja de ser un hecho curioso que genera cierto interés. Los observatorios espaciales percibieron un incremento de la actividad de los ... rayos X y ultravioleta. Una consecuencia directa fue el fallo de las comunicaciones de los radioaficionados.

¿Cómo fue esto posible? Porque una fulguración solar acababa de tener lugar. Estos fenómenos se producen cuando hay una «una súbita emisión de radiación electromagnética y partículas energéticas localizada en una pequeña región de la atmósfera solar«, según han explicado en 'The conversation' David Montes, profesor titular de la facultad de Ciencias Físicas de la Universidad Complutense de Madrid, y Gonzalo José Carracedo Carballal, investigador en el Centro de Astrobiología en Torrejón de Ardoz (Madrid).

El caso es que esta fulguración desarrolló un campo magnético que lanzó plasma solar al espacio, un hecho conocido como eyección solar o de masa coronal, y que se espera que llegue a la Tierra el 21 de julio.

¿Cómo afectará la tormenta geomagnética?

A pesar de su calamitoso nombre, la llegada tormenta geomagnética no tiene por qué implicar ningún daño a nuestro planeta. El Instituto Geográfico Nacional señala que estos acontecimientos «normalmente» son de pequeña magnitud y no ocasionan «daño alguno». De hecho, en muchas ocasiones están detrás de uno de los fenómenos más espectaculares que un ser humano puede presenciar. Porque cuando suceden es muy propicio poder ver las espectaculares auroras boreales.

«Al interactuar las partículas solares cargadas eléctricamente con la atmósfera terrestre. Cuando se produce la llegada de una gran cantidad de materia por efecto de una eyección de masa coronal, el campo magnético terrestre trata de desviar estas partículas, pero finalmente acaban penetrando por las zonas próximas a los polos magnéticos y entran en contacto con las capas altas de la atmósfera. En estas capas las partículas interaccionan con los gases de la atmósfera (oxígeno, nitrógeno) lo que va a condicionar el color con que se verán las mismas«, señala el organismo dependiente del Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana.

Imagen de una aurora boreal sobre la ciudad noruega de Tromso ABC

No obstante, cuando se conoce la llegada de una tormenta geomagnética saltan las alarmas por el miedo a una caída de las comunicaciones, así como los sistemas GPS o incluso de internet. El Instituto Geográfico Nacional apunta a que estos episodios pueden dañar tanto sistemas de posicionamiento y de navegación como satélites de comunicaciones, generando un importante daño a aquellas infraestructuras dependientes.

Además, la tripulación de aviones y los astronautas también pueden ser afectados por estas tormentas debido a la sobreexposición a las partículas electromagnéticas solares. Por ello, los vuelos suelen ser desviados y se da orden a los astronautas a permanecer dentro de sus naves hasta que se normalice la situación.

Sin embargo, diferentes organismos como la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica (NOAA) ha estimado que su impacto será de «baja intensidad», por lo que podrían producirse errores puntuales y de muy poca magnitud.

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