Ramiro Pinilla: «Con la derrota de ETA no se borra el pasado, su terrorismo»
El autor bilbaíno dice que la hidra asesina ha sido vencida y recuerda a las víctimas de ETA, «a las que les damos nuestro emotivo reconocimiento»
Ramiro Pinilla: «Con la derrota de ETA no se borra el pasado, su terrorismo»
—¿En «Los cuentos» (Tusquets) se concentra lo mejor de su literatura?
—Así lo creo. Constituyen la primera noticia sobre el mundo vasco que después desarrollaría en «Verdes valles». Son, también, una muestra de varios estilos o lenguajes.
—Estos relatos abrigan la tragedia ... y la superviviencia en la incivil guerra. ¿Qué recuerdos le vienen?
—Ocurren en tiempos muy distintos y distantes, desde el salto del mono al vasco (tómese como herejía o glorificación) hasta el genocidio franquista ¡Hay tanto por recordar!
—El tema de la independencia étnica como arranque de una novela le ha parecido siempre asunto menor. ¿Qué es la independencia étnica?
—Yo nunca he podido empezar una novela con el asunto de la independencia étnica tomado en serio porque me parece algo infantil y muy menor. ¿Son las diferencias entre los hombres las culpables de las distintas clases de guerras? Lo serán quienes se sienten de un grupo superior. Hay que valer poco como individuo para buscar abrigo en grupos humanos más o menos prestigiosos. Así como se es inocente de los crímenes de tu abuelo o de tu padre, también de sus glorias. Su sangre azul o verde, su ADN, y lo que haga con todo ello, serán cosa suya. Esa sangre azul o verde o ADN heredados sólo serán útiles para la ficha de mi forense. Cada uno de nosotros, al nacer, parte de cero. La salud de una sociedad depende de ello. Hagamos individuos completos y libres. Hagamos individuos.
—¿Qué opina sobre el anuncio de ETA del cese de los asesinatos?
—Ha sido una buena noticia. La hidra ha sido vencida, sí. Empieza el tiempo deseado, sin terror. Bienvenidos todos a la democracia, a ver si los no creyentes se contaminan de ella.
—¿Volverán a agitar los «hunos» el nogal para que los «otros» recojan las nueces?
—ETA nació del nacionalismo vasco de Sabino Arana, el del PNV. ETA nació del PNV. En los años sesenta el franquismo seguía amordazando a todos los pueblos de España y ETA no se resignó a una oposición silenciosa y decidió meter ruido. Acción /reacción. Su segunda barbaridad fue que siguiera matando en democracia. En la izquierda abertzale radical hay asesinos, colaboradores y simples mirones hacia otro lado. En el PNV se practicaba esto último. «Son nuestros chicos», se oía. Tras 850 muertos, ¿cuál de los dos nacionalismos recogerá las nueces? Todas estas vicisitudes arrancan de un poso ancestral prehistórico. Las raíces nacionalistas no son siempre míticas. Hace tres mil años que el pueblo vasco ocupa tierras a uno y otro lado de los Pirineos, con su cultura y su euskera. Muchos vascos de hoy se sienten herederos de aquellos. Hay que sentirlo para entenderlo. Este es el problema. Esta nebulosa de los viejos orígenes se halla en la raíz del sentimiento nacionalista. ¿Romanticismo reñido con estos tiempos? Herencias peores hemos de soportar.
—¿Habrá impunidad para los que han sembrado el terror y la muerte cuarenta años en el País Vasco?
—No debe haber impunidad. No fue una guerra. Aunque es imposible que un etarra deje de creer que es un patriota vasco. Es el peligro de las patrias. ¿No se rebeló Franco para salvar la patria española? Cuidado con las patrias.
—¿No cree que la serpiente ( ETA) debería entregar las armas y a continuación desaparecer de la faz?
—Puesta a rendirse, sería natural que ETA entregara las armas. Pero ¿cómo saber que las entregó todas? Y si lo hace, ¿cómo impedir que consiga otras? En cuanto a su disolución absoluta, lo único que se disuelve absolutamente es un azucarillo.
—Tras ese anuncio, usted ha pensado en la memoria histórica, en el recuerdo de las víctimas, a las que nadie les ha pedido perdón ni las ha reparado, ¿qué será de ellas?
—He pensado en esta memoria histórica y también en la otra, la de la Guerra Civil y la larga posguerra. Ambas, en peligro de ser desvirtuadas, de que nos las escriban otros. En cuanto a las víctimas de ETA, pienso que no obtendrían paz aunque los asesinos les pidieran perdón; los habría sinceros, pero en trances peliagudos como este se pide perdón por un plato de lentejas. A las víctimas les damos nuestro emotivo reconocimiento, son el centro del dolor general y todo lo que se haga por ellas será poco.
—Dice usted que habrá que tener mucho cuidado de que este anuncio de ETA no sea un borrón y cuenta nueva. ¿Cómo debemos estar alerta?
—Con la derrota de ETA no se borra el pasado, su terrorismo. Pero, sin olvidar el pasado, se deberán abrir puertas, facilitar cauces democráticos a quien los busque, realizar gestos con los presos hacia una estricta legalidad… Trabajaremos para que la historia no la escriban quienes mataron.
—¿Con ETA hay algo negociable?
—Nada.
—¿A quién hay que pedir cuentas?
—El nacionalismo radical quiere imponer tablas, nada de vencedores y vencidos. Sería esto lo deseable, aplicado a otro caso, en aras de la normalización de la sociedad. Pero aquí hay que pedir cuentas a todo el mundo nacionalista en mayor o menor grado. Y también a todos los tibios no nacionalistas de cualquier ideología que callaron y miraron hacia otro lado durante demasiados años.
—Este terror de cuarenta años, ¿ha sido una dictadura terrorista?
—Si no se pareció a la de Franco no fue por falta de ganas.
—¿Qué pensará esa mitad de la sociedad vasca que —como usted denunció de modo valiente y admirable— volvía la cabeza ante los crímenes? ¿Adónde mirará ahora?
—A esos que miraban hacia otro lado no les remorderá la conciencia porque, sencillamente, así de autoexculpatoria es la naturaleza humana.
—¿Se acabará ese estado de miedo en la sociedad vasca?
—Las señales son claras de que sí.
—¿Ha pagado la sociedad vasca los delirios de grandeza de Arana?
—Los ha pagado muy caros. Esperemos que los nuevos modos que tomen hasta resultar legítimos no nos cuesten tanto.
—¿La fe nacionalista vasca sigue siendo ciega?
—Me pregunta cada cosa… Si el nacionalismo es una fe, será ciega, tan ciega como la religión cristiana y demás religiones.
—¿ Cree que quienes han apoyado la violencia y hoy hacen equilibrios por no denunciar frontalmente a ETA no pueden haber cambiado de piel tan pronto?
—Los radicales que hoy ostentan legítimos cargos políticos no son demócratas todavía, pero se reconvertirán, así lo creo y deseo, y esta será su gran aportación a la convivencia.
—Usted mantiene que el árbol de los vascos no es el de Guernica, que es la clave y filosofía de los Baskardo en su trilogía «Verdes Valles». ¿El árbol verdadero es el de Guecho?
—En Getxo jamás hubo, que yo sepa, Roble de los vascos, sólo ocurre así en la ficción de «Verdes Valles». Lo hubo y lo hay en Gernika, pero alguien lo pondría para darle el valor que hoy tiene. Esto es historia, la mía es otra.
—¿Una hormiga soldado puede alterar sus hábitos para seguir la letra de un dios?
—A pesar de que nuestro cerebro es algo mejor que el de una hormiga soldado, no somos capaces de interpretar las oscuras letras de los dioses, ni dios podría ayudar a esa hormiga.
—¿Por qué los maketos, explotados mineros e industriales, son los grandes silenciados de la riqueza vasca que ellos levantaron?
—Porque es ley capitalista de todo signo despreciar así a quienes aportan la fuerza de trabajo.
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