Pablo Ibar suplica desde el corredor de la muerte que EE.UU. le juzgue de nuevo
El único español condenado a la pena capital en el mundo escribe una carta a ABC desde el penal de Raiford
Pablo Ibar suplica desde el corredor de la muerte que EE.UU. le juzgue de nuevo
Penal de Raiford, en Starke, norte de Florida. Pablo Ibar, el único español que permanece en el corredor de la muerte, relata a ABC en una carta, escrita de su puño y letra, cómo está viviendo esta pesadilla que dura ya 18 años. Son sus ... primeras palabras desde que le comunicaran que no se iba a repetir su juicio.
Ibar, sobrino del boxeador vasco Urtain, fue condenado a la pena capital en julio de 2000 por el triple asesinato de Casimir Sucharski, dueño de un local nocturno, y de dos modelos, Sharon Anderson y Marie Rodgers, que actuaban como bailarinas.
Fue declarado culpable sobre la base de una imágenes poco nítidas que había grabado una cámara de vigilancia en casa de Sucharski. Ibar lucha desde hace años por demostrar que es inocente y que no se respetaron sus derechos constitucionales durante el juicio. Denuncia que el abogado de oficio que le defendió, Kayo Morgan, no hizo bien su trabajo, algo que incluso el propio letrado ha llegado a reconocer.
Ibar no fue el único condenado por estos hechos. Según el tribunal, actuó junto al estadounidense de origen mexicano Seth Peñalver, quien también fue condenado a muerte en 2000, pero cuyo juicio sí fue anulado seis años después por irregularidades en el proceso.
Su rutina en el corredor
Ibar asegura en su carta que todos los días en Raiford son iguales: muy lentos y aburridos. Se pasa la mayor parte del tiempo encerrado en una celda de seis metros cuadrados.
Solo le permiten salir al patio de la cárcel dos días a la semana, un privilegio que apenas dura tres horas. A los presos del corredor solo les dejan ducharse tres veces a la semana, diez minutos como máximo. La mayor parte de su tiempo está destinado a leer libros, hacer ejercicio físico—suele practicar boxeo con el colchón de su cama—, oír música, trabajar en su caso y contestar las cartas que le llegan desde España. «Esa es mi vida, no hay nada para hacer aquí dentro», dice, resignado, Pablo, quien se conforma con jugar una simple partida de ajedrez con su compañero de planta.
El mejor momento de la semana es el sábado. Ese día se rompe su monotonía con la visita de su mujer, Tanya, y su suegra, Alvin. Desde que fue condenado a muerte no fallan a la cita.Ibar también ha recibido el respaldo del Gobierno español en todo momento. El ministro de Asuntos Exteriores y Cooperación, José Manuel García Margallo, sigue su caso de cerca y ya ha dicho que si se confirma la sentencia, la única vía «sería una petición de indulto al gobernador de Florida».
Ver comentarios