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Científicos españoles demuestran que el cáncer se puede originar sin mutaciones

El hallazgo abre nuevas posibilidades de tratamiento para leucemias y tumores hematológicos frecuentes en personas mayores

Los investigadores han identificado la proteína AIRAPL como un nuevo supresor hematológico UNIVERSIDAD DE OVIEDO

N. RAMÍREZ DE CASTRO

De todas las definiciones de cáncer, la que más se ajusta a la realidad es la de «emperador de todos los males» . Es la fórmula elegida por el oncólogo Siddhartha Mukherjee para explicar cómo se libra una batalla sin cuartel contra una enfermedad que aún es un misterio para la ciencia. ¿El cáncer es el resultado de una lotería genética?, ¿obedece a razones hereditarias? ¿es el precio que debemos pagar por fumar o vivir más? ¿o simplemente habría que culpar a nuestra mala suerte?

Todas estas preguntas se podrían contestar afirmativamente para explicar por qué una célula sana se transforma repentinamente en una célula cancerosa y aparece un tumor. Casi siempre esa transición de célula normal a cancerosa se produce de forma escalonada y comienza con mutaciones en determinados genes claves que alteran el estado de las células. O, al menos, eso es lo que se pensaba. Investigadores de la Universidad de Oviedo, dirigidos por Carlos López-Otín, ofrecen una nueva perspectiva en la revista «Nature Medicine» en la que es posible la aparición del cáncer sin que se acumulen mutaciones en el genoma. Bastaría con que se produjeran cambios en la estabilidad de las proteínas. De momento, el trabajo se centra en tumores de la sangre, pero esta explicación podría explicar la aparición de otros cánceres. El hallazgo abre también una nueva vía para tratar enfermedades hematológicas.

Los investigadores estudiaron la proteína AIRAPL, cuya función biológica era desconocida y que se ha identificado como un nuevo supresor tumoral hematológico. Se generaron ratones modificados genéticamente, sin el gen que codifica esta proteína y los ratones desarrollaron síndromes mieloproliferativos, un término en el que se agrupan la leucemia mieloide crónica y otras patologías frecuentes en las personas de más edad. Así se demostró el papel de esta proteína en la aparición del cáncer y también se ofreció una solución. La investigación demuestra que administrando un tratamiento (inhibidores del receptor de IGF-1) se revierte la enfermedad.

Este tipo de tratamiento ya se había ensayado previamente en tumores sólidos (colon, mama...) con resultados poco satisfactorios. «Sin embargo, la utilización en tumores hematopoyéticos no se había estudiado y nuestros datos sugieren que estos inhibidores pueden tener un efecto beneficioso», explica López-Otín.

El hallazgo se produce en un momento en el que la batalla contra el cáncer se ha planteado descifrando cientos de mutaciones genéticas en función de las características de cada persona y de su tumor para seleccionar el mejor medicamento. ¿Invalidaría estas estrategias? «No, no invalida ninguna teoría sino que extiende la visión actual. La acumulación de daños en las células no solo causa mutaciones sino que también altera la estabilidad y plegamiento de las proteínas», asegura López Otín.

El estudio ha sido fundamentalmente desarrollado por la Universidad de Oviedo pero también ha contado con la participación del Hospital Central de Asturias, el Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares, el Hospital 12 de Octubre, la Universidad de Cambridge y el instituto de investigación de Bellvitge, en Barcelona.

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