Artur Mas ejecuta hoy la farsa de un referéndum independentista sin validez
La legalidad impuesta por el Gobierno deja la votación de hoy en un puro trámite y obliga al líder de CiU a seguir negociando
maría jesús cañizares
Ni referéndum ni consulta. Nadie tiene muy claro qué se celebra hoy, pero el presidente catalán Artur Mas ha levantado tantas expectativas que, para el mundo independentista, la votación prevista representa un antes y un después en la historia de Cataluña. Nada más lejos de ... la realidad. Esta votación ni es vinculante, ni tiene efectos jurídicos ni supone un avance en el camino hacia la ruptura con España. La legalidad impuesta por el Gobierno español ha convertido la votación en un puro trámite pues, como el mismo líder de CiU reconoce, a partir de mañana hay que seguir negociando con el Estado. A cada desafío verbal o jurídico de Mas, el Ejecutivo de Mariano Rajoy ha respondido sin aspavientos, a riesgo de ser acusado de "inmovilidad", pero siempre con la ley y la Constitución en la mano. El resultado es un presidente autonómico sin cobertura legal y con una imagen internacional muy deteriorada. "En Cataluña, un voto para nada", rezaba el editorial de "Le Monde" de ayer.
La simple apelación a la Constitución y al Estado de Derecho ha obligado al dirigente nacionalista a rebajar sus ínfulas secesionistas, a renunciar a una consulta y, finalmente, organizar un "proceso participativo" sin rigor logístico ni legal. Así lo intuye la Fiscalía, que investiga la posible comisión de un delito en la cesión de locales públicos al 9-N. Por no haber, ni siquiera hay suficientes observadores internacionales, pues la Generalitat solo ha conseguido convencer a diez, mientras que el número de mesas de votación son 6.430. Eso sí, la pregunta será la misma: "¿Quiere que Cataluña se convierta en un Estado? Y en caso afirmativo ¿Quiere que este Estado sea independiente?". Un enunciado no muy diferente a los que utiliza el Centro de Estudios de Opinión (CEO) de la Generalitat para realizar sus sondeos.
Así, de una "jornada histórica" se ha pasado a un simulacro de consulta sin censo previo, sin fiabilidad informática y sin controladores neutrales. La causa es la doble suspensión decretada por el Tribunal Constitucional (TC) a instancias del Gobierno. La primera dejó sin ejecutar la ley de consultas catalana y el decreto de convocatoria firmado el pasado 27 de septiembre. Fue entonces cuando Mas anunció que renunciaba a convocar la consulta en los términos pactados con ERC, ICV y CUP y apostaba por un "proceso de participación" en el que se mantenía la pregunta y el apoyo logístico de la Generalitat. Estas formaciones proconsulta, decepcionadas ante la renuncia de Mas, exigieron elecciones anticipadas, pero se comprometieron a apoyar esa nueva fórmula.
El TC volvió a suspender este proceso, pero Mas, decidido a romper todas las reglas del juego, mantiene el desafío. Hoy votará sí a la independencia.
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