«La ciudad invisible de Kitege», o cuando el Liceu hablaba ruso

La monumental ópera de Rimsky-Korsakov, que se estrena el domingo en un montaje de Tcherniakov, fue la más popular en Barcelona hasta la Guerra Civil

«La ciudad invisible de Kitege», o cuando el Liceu hablaba ruso monika riterhauss

pablo meléndez-haddad

Causó sensación desde su estreno local, en ruso, el 2 de enero de 1926: el Gran Teatre del Liceu se convertía entonces en la primera ciudad fuera de Rusia en acoger la penúltima ópera de Nikolai Rimsky-Korsakov, compuesta en 1904 y estrenada en el ... Mariinsky de San Petersburgo en 1907: «La ciudad invisible de Kitege y la doncella Fevronia». «El Liceu llevaba 15 años intentando hacerla», declaró en rueda de prensa Joan Matabosch, director artístico del Real y todavía al mando de este apartado en el Liceu.

Se trata de «todo un acontecimiento: ahora es cuando estamos de verdad ante un espectáculo extraordinario», ya que el montaje de Dmitri Tcherniakov que se verá desde el domingo y hasta el 30 de abril en el Gran Teatre -una coproducción con Ámsterdam y Milán por la que se han interesado otras tres ciudades- es tan complejo como lo es la partitura del compositor ruso, que exige una orquesta gigante, un coro de 140 voces y una docena de solistas.

Muy ligada a la historia del Liceu, la obra no se representaba en Barcelona desde 1970, y en este renacer -en cinco funciones dedicadas al ex director artístico del Liceu, Lluís Andreu, fallecido el domingo - promete emociones y sorpresas de la mano de Tcherniakov, considerado como uno de los mejores directores de escena del momento. «Si contribuyo con mi trabajo a hacer más conocida esta ópera que tampoco se conoce mucho en Rusia, mucho mejor», afirma el «regista».

«Es una obra compleja y no se monta con frecuencia por sus grandes exigencias. Intelectualmente también es complicada y cuando se estrenó fue muy polémica por su forma tan especial; es más bien existencial», continúa Dmitri Tcherniakov, quien la define como «cuento etnográfico», cuya trama se mueve «por varias capas sociales».

«Su libreto es único y está muy bien planteado: ganó hasta un premio literario, algo muy raro en la historia del género. El autor vinculó dos leyendas medievales y yo diría que es bastante obvia la influencia de Wagner tanto en su música como en el texto». «Cuenta con tres líneas dramáticas; primero está la historia de Fevronia, casi una Francisco de Asís que habla con los animales; después está su relación con Grishka, con quien tiene un vínculo raro y trascendental; y también está la historia de la ciudad de Kitege, una leyenda que describía una ciudad ideal. Con esta producción intento representar esas leyendas para el público de hoy».

Según Josep Pons, director musical del Liceu y que cogerá la batuta ante esta partitura, «Kitege» «es como varias óperas en una; cada acto es diferente y la música de Rimsky-Korsakov anticipa la de Shostakovich o Stravinsky. Tiene resonancias de “Parsifal” y posee una música de extrema belleza, con mucho trabajo para el coro». El montaje, estrenado en febrero de 2012 en De Nationale Opera de Ámsterdam, ha recibido diversos premios. Tcherniakov propone un despliegue escenográfico que llegó al Liceu en 16 contenedores.

Poco tendrá que ver con la ópera que cautivó a los liceístas de hace un siglo, aunque, como entonces, llega ahora en cinco funciones que se unen a aquellas que se representaron en el Liceu en el curso entre 1926 y 1936. También regresó en las temporadas 1947-48, 1950-51, 1954-55 y 1969-70, sumando en total 48 representaciones, pero nunca logró cuajar en el repertorio debido a sus inabarcables dimensiones.

«La ciudad invisible de Kitege», o cuando el Liceu hablaba ruso

Artículo solo para suscriptores

Accede sin límites al mejor periodismo

Tres meses 1 Al mes Sin permanencia Suscribirme ahora
Opción recomendada Un año al 50% Ahorra 60€ Descuento anual Suscribirme ahora

Ver comentarios