Las razones por las que España debe ser «cauta» a la hora de pedir ayuda
La posible negativa del Parlamento alemán y las dificultades que atraviesan los países que ya han sido rescatados animan a la prudencia
eva pastrana
Que Europa te preste dinero no es algo que se consiga solo con desearlo. Para que la Unión Europea decida conceder un préstamo a uno de sus países miembros (en este caso a España), primero deben estar todos sus miembros de acuerdo. Y eso ... no es tan fácil.
En primer lugar, existen países miembros cuya Constitución exige que el propio Parlamento nacional apruebe «rescatar » a otro Estado, antes de elevar la cuestión a Europa. Es el caso del Bundestag alemán.
El Parlamento alemán inició el día 8 de septiembre los debates para aprobar la participación de este país en la segunda ampliación del fondo de rescate del euro. Sólo un día antes, el Tribunal Constitucional alemán dio luz verde al primer programa para el mecanismo de rescate del euro y las ayudas para los países de la eurozona en apuros financieros.
El máximo tribunal germano aprovechó entonces para tomar una decisión que nos afecta directamente. Todo «nuevo programa e incluso cada tramo de ayudas a países necesitados de la zona euro deberán ratificarse como mínimo por la Comisión Presupuestaria del Bundestag al reclamar un mayor control parlamentario». En otras palabras, si el parlamento alemán no quiere, España no recibirá nada de Europa.
Por eso la coalición de la canciller, A ngela Merkel, debe vencer las resistencias de un importante número de diputados de sus propias filas y de parte de los de las filas enemigas. En votaciones experimentales para el segundo paquete de rescate del euro celebradas el pasado lunes en el seno de los grupos parlamentarios de la Unión (CDU/CSU) y los liberales (FDP) un total de 25 parlamentarios alemanes lo rechazaron o se abstuvieron, lo que supuso un duro revés para la canciller y su gobierno.
El propio vicepresidente del grupo parlamentario de la Unión de Merkel, Wolfgang Bosbach, encabeza el grupo de los rebeldes con el argumento de que « las ayudas financieras a los países en crisis podrían convertirse en un flujo ilimitado que amenaza la economía de Alemania», según publicaba la agencia Efe.
Por eso, el país que decida pedirle dinero a Europa para aliviar sus elevados niveles de deuda d ebe haber obtenido el «sí» extraoficial de todos aquellos parlamentarios alemanes que llegada la hora de la verdad pudieran convertirse en un obstáculo para conseguir el «ok» definitivo del Eurogrupo. Si nuestro país se lanzara a la piscina, pidiera la ayuda ahora y en el momento definitivo alguien dijera que «no», las consecuencias podrían ser desastrosas.
En primer lugar, nuestro país quedaría «desacreditado» a nivel internacional. España proyectaría una imagen de desconfianza que elevaría la sensación de «riesgo» en los inversores, que a su vez dejarían de comprar deuda en nuestro país. La consecuencia directa de ese «escarnio» financiero sería llegar a unos niveles de financiación (ahora sí) inasumibles. La indirecta, una crisis económica y social peor que la que ya tenemos.
Una fórmula que no funciona
Por otra parte hay que jugar con la ventaja de que somos el cuarto país que recibe dinero de Europa y que Grecia, Portugal e Irlanda ya actuaron «de conejillos de indias». Con ellos ya se aplicó la fórmula del rescate (obtener crédito en buenas condiciones , a cambio de ser gobernado por la troika y asumir unos recortes sociales que sangran a la población del país intervenido) y se vieron sus efectos.
«Los patrones del plan de ajuste son todos muy parecidos», afirmaba Rafael Pampillón, experto del Instituto de Empresa. Además, «lo que nos está pasando ahora en materia de recortes puede ser un buen termómetro de lo que nos podría pasar si nos intervienen», explicaba el inversor en una entrevista a ABC.es a finales de mayo.
Si vemos cual es la salud económica de los países que recibieron dinero de la troika, nada invita a acogerse a la ayuda europea: Dolorosos recortes sociales sin el consiguiente alivio de la prima de riesgo y de los costes de financiación. De hecho, en general esa prima de riesgo se ha multiplicado por el estigma que supone ser un país rescatado. Algo no funciona.
Rafael Pampillón prefiere «mirar más» a Irlanda que a Portugal o a Grecia: «Irlanda ya está creciendo. Es el único de los 3 países intervenidos que ha salido de la crisis», explicaba a finales de mayo el analista.
Ahora esta situación no ha cambiado. En general la fórmula del rescate no está funcionado en el corto plazo. Razón de más para que el Gobierno dedique el tiempo que sea necesario a lograr otro tipo de acuerdo. Uno más ventajoso.
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