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A la caza de otro Google
Tras la salida a Bolsa de LinkedIn y Yandex, muchos recuerdan la situación que se vivió a finales de los 90 con las «puntocom». ¿Hay riesgos de una nueva burbuja tecnológica?
ma rio avellaneda/javier tahiri
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En mayo de 1999 la compañía «eToys» dio el salto al parqué neoyorquino en una OPV en la que recaudó 166 millones de dólares. El precio de su acción se elevó de ... los 20 dólares de salida hasta los 84 dólares en octubre del mismo año. Dieciséis meses después, en febrero de 2001, cada acción de la distribuidora de juguetes a través de internet costaba nueve céntimos. En marzo echó el cierre. La burbuja de las «puntocom» se infló durante cuatro años antes de estallar. Fue la euforia irracional la que llevó a muchos inversores a jugárselo todo por ideas innovadoras, algunas de ellas absurdas. Pero otros hicieron fortuna. Hoy están de vuelta en la mesa, con las cartas en la mano y en busca del próximo Google que reviente en Bolsa y los haga millonarios.
Hace dos semanas, cuando las acciones de LinkedIn (famosa red social de contactos profesionales) empezaron a cotizar en la Bolsa de Nueva York, y su valor a subir como la espuma en pocos minutos, las alarmas se encendieron. Richard Parsons, presidente de Citibank, al ver cómo los títulos de LinkedIn pasaban de 45 a 84 dólares, dijo a la cadena CNBC: «Esta es una película que ya he visto antes» .
Los que consideran que la burbuja es evidente se basan en la escalada astronómica del valor de las acciones en el primer día de cotización. En lo que va de año, los ejemplos brotan del suelo. O del parqué. Renren, el llamado «Facebook chino» se revalorizó a principios de mayo un 28% en su salida a Bolsa el primer día: el precio de sus acciones pasó de 19 a 24 dólares. Un mes después, los títulos de la compañía china están más cerca de los 13 dólares. Algo parecido ha ocurrido con LinkedIn. Tras alcanzar una revalorización del 109% en su primer día en el parqué, una semana después los papeles de la compañía fluctúan por debajo del precio de salida, un «gran bluff» para los que compraron acciones en un primer momento, como aseguraron analistas de Dracon Partners.
El sector sabe del buen momento actual para salir a Bolsa. El buscador ruso Yandex pretendía recaudar 1.000 millones de dólares en su salida a Bolsa antes de que LinkedIn debutara en el parqué. Los buenos resultados que cosechó la red social de profesionales impulsaron a los responsables del «Google ruso» a elevar el precio de sus acciones para llegar a los 1.500 millones de dólares de recaudación. Al final consiguió una revalorización del 55% por encima de su precio de salida.
En este contexto, la firma de cupones en línea Groupon no ha querido esperar a que la fiesta acabe y este martes inscribió su futura salida a Bolsa con la que pretende percibir unos 750 millones de dólares, aunque aún no se han especificado qué porcentaje de acciones pondrá a la venta. Según la revista «New York», la compañía se ha apreciado un 1.400% desde abril de 2010 y podría alcanzar un valor diez veces superior a los 1.300 millones de dólares en los que se tasaba el año pasado. Las empresas saben que es el momento para hacer caja y muchos creen que la fecha de salida a Bolsa de Facebook es inminente.
¿Nuevos Google...o Terra?
Este tipo de revalorizaciones fulgurantes fueron la señal principal de la burbuja de hace once años. En el año 2000, Telefónica compró Lycos por 12.500 millones de dólares para integrarlo en Terra, «el tercer portal en internet». En agosto de 2010, Lycos fue vendida al grupo indio Ybrant Digital por 36 millones de dólares, un 0,28% de la inversión que la compañía española hizo en su momento.
Según la revista «New York», Groupon se ha apreciado un 1.400% desde abril de 2010
Henry Blodget, analista bursátil especializado en internet durante la época de la burbuja de las «puntocom», opina en declaraciones a Empresa que, a pesar de los precios «excesivos» que se están pagando por algunas compañías, no son momentos comparables. Hay grandes diferencias entre la situación de finales de los 90 y la actualidad. En 1999 había pocas conexiones a internet, mientras que en el presente se calcula que un tercio de la población mundial navega por la red. Frente a grandes fiascos como eToys o Terra, ahora hay compañías con grandes ventas como Zynga o Groupon, que obtuvieron unos beneficios de 630 y 300 millones de dólares respectivamente el año pasado. No obstante, otras empresas como Delicious , después de ocho años de existencia, aún no saben cómo monetarizar su negocio.
«Es aún pronto para responder si hay burbuja» afirma Luis Jiménez, socio de Deloitte y responsable de la industria de medios de comunicación. En su opinión, «hay dos casos que recuerdan a la actual situación con resultados opuestos». Por un lado, Jiménez evoca la burbuja de las «puntocom». Por el otro, las proyecciones que se presentaban a los primeros inversores de la telefonía móvil, vistas como inalcanzables en un primer momento por gurús y analistas y que a posteriori «superaron todas las expectativas».
«La clave es poseer un modelo de negocio sostenible. Y los millones de usuarios que se pasean día a día por el escaparate de las redes sociales no son aval suficiente para constituir un soporte publicitario atractivo: hace falta algo más», asegura Jiménez. Charlene Li, experta en redes sociales y creadora del blog Altimeter Group, no piensa lo mismo. Para ella, las redes sociales no funcionan en simples términos de ingresos, sino que su valor está en que haya tanta gente conectada a ellas. «Es insignificante pagar tres mil millones de dólares por una compañía que tiene millones de usuarios» , asevera.
Tras bambalinas
A diferencia de lo que pasó en el año 2000, el alza en la valoración de las empresas se estaría dando en el mercado secundario, mucho antes del salto de las nuevas tecnológicas a los parqués. La burbuja, si la hay, se genera en el «backstage». «En el mercado público no se está inflando una burbuja», decía Youssef Squai, analista de Jefferies, al «Financial Times». «El 80% de las empresas vinculadas a internet cotizan a niveles razonables. Pero en el sector privado es otra historia», continuaba Squai. Cuando Google salió a Bolsa en 2004 se revalorizó en su primer día un 18%, muy lejos del 106% de LinkedIn.
El alza del valor de las empresas se está formando en el mercado secundario por los «angel investors»
En una temporada de bajos tipos de interés, los inversores buscan rentabilidad en otros sitios, y compañías como LinkedIn o Zynga, con altísimas cuotas y expectativas de crecimiento y expansión, resultan atractivas. Las más esperadas, Facebook y Twitter, están creciendo a niveles desorbitados. La red social más famosa del mundo, con tan solo siete años de vida, ya está valorada en más de 76.000 millones de dólares, mucho más que compañías como Ford o Boeing. Y Twitter, que todavía está buscando la fórmula de hacer dinero, alcanza valoraciones de más de 7.000 millones de dólares.
La burbuja se estaría formando, escribe «The Economist», en «la competencia entre los ‘angel investors’ que han ayudado a que la valoración de estas empresas se dispare hasta un 50% en los últimos doce meses». Henry Blodget, coincide con esta apreciación y destaca que un escenario de tipos bajos en EE.UU. y sobre todo, las grandes sumas de dinero recaudadas por la industria en los últimos años y que ahora recogen los «angel investors» han servido como acicates para «un boom cíclico».
La ecuación es sencilla. Los usuarios de internet son capaces de convertir casi cualquier propuesta en un servicio popular y, a priori, atractivo. Los inversores se lanzan a la caza, sobrevalorando en ocasiones el potencial de las ideas, y con el tiempo la euforia se esfuma. En 1999, Warren Buffet, el gurú de las inversiones, solo recordó una cosa a los que habían caído en la trampa: «Os lo dije». Pero las burbujas son parte del póker financiero, lo importante es saber cuándo apostar y cuándo retirarse de la partida.
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