PUNTO DE FUGA
Noticia del Moisés catalán
El emérito Jordi Pujol acaba de matizar que su figura sea literalmente equiparable a la del profeta Moisés. No obstante, ha venido a conceder que algo de eso hay
Con modestia que le honra, el emérito Jordi Pujol acaba de matizar que su figura sea literalmente equiparable a la del profeta Moisés, hipótesis bíblica que parecía barajar el señor Cuní, de la televisión nacionalista. No obstante, el interesado ha venido a conceder que algo de eso hay. Así, su objetivo en la vida, «hacer país y construir Cataluña», al igual que el pastor de las doce tribus de Israel durante la travesía del desierto, según aclaró, impertérrito, ante las cámaras de la suya. Luego, ya instalado en la tenue frontera que escinde lo épico de lo cómico, el Muy Honorable en la reserva daría en identificar inopinados parentescos entre el catalanismo político y el movimiento sionista. Una fantasía, la de pretender equipararse con las huestes de Ben Gurion, siempre tan cara a esos independentistas nuestros de «calçotada» y «aplec de cargols». Y es que, desde el rigor intelectual, acaso solo quepa admitir una única analogía, si bien mimética, entre ambos procesos de construcción nacional. A saber, tanto aquí como allí, los ultraortodoxos han alcanzado el gozoso óptimo de vivir sin trabajar. Allí, los devotos estudiosos de la Torá, a todas horas envueltos en rezos y tirabuzones; aquí, los innúmeros émulos y discípulos del reputado degustador gastronómico Miquel Sellarès, de profesión sus subvenciones. Al cabo, basta con apenas invertir los términos del aserto pujoliano para que la sintaxis desvele por sí misma su frivolidad. Trátese, si no, de imaginar a Moshe Dayan, Golda Meir, Isaac Rabin o Ariel Sharon, sentenciando cariacontecidos: «Si a algo se parece nuestra odisea, desde el Éxodo al Holocausto, y de la fundación del Estado a la Guerra de los Seis Días, sin duda, es a la gallarda peripecia del ínclito Prat de la Riba y sus sufridos albaceas doctrinales». Nada más obsceno al respecto que pugnar por apropiarse de dolor y grandezas ajenos. Ni aun por la vía espuria de las afinidades impostadas. Victimismo de contrabando. Banalidad del mal.
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