«Los rusos me han invitado a vivir en la estación espacial»
Entrevista a Josu Feijoo, alpinista y astronauta diabético
manuel moreno
Un puro nervio. Así es Josu Feijoo , el primer diabético en el mundo en subir las Siete Cumbres y llegar a los dos polos. Además, se prepara como astronauta para ir al espacio el próximo año con el propósito de curar la diabetes ... de su sobrina Edurne. Este jueves fue ponente en el Congreso Nacional de Tecnologías de la Accesibilidad, que se celebra en Toledo.
— ¿Por qué le dio por esos retos?
—Yo siempre he sido alpinista. En el País Vasco la montaña es una forma de vida y te lo inculcan tus padres desde la niñez, la cuadrilla,... Luego depende de la ambición y yo soy una persona ambiciosa. Subí al Gorbea, que es el monte más alto de Vitoria, y dije: «Pues hasta el Everest no paramos».
— ¿Cuál ha sido la montaña más dura de las Siete Cumbres?
—El McKinley, el pico más alto de América del Norte, con 6.194 metros. Te consagra como buen alpinista, es una montaña complicada, técnica, fría... Pero, vamos, el Everest, al subirlo por la cara norte, es un valor añadido y es la más alta (8.848 metros).
— ¿Qué dificultades ha tenido que superar por el hecho de ser diabético en estos viajes?
—Obviamente, la diabetes es una compañera de viaje que hay que saberla tratar y cuidar muy bien. Cuando yo estoy en el Himalaya, el que yo sea diabético no es un tanto a mi favor. Es algo que debes tener en cuenta y que tienes que prevenir. Lo que está claro es que la montaña o la ‘centrifugadora’, cuando estoy en la NASA, no entienden de diabéticos o no. Entiende de unas fuerzas G, en el caso de la ‘centrifugadora’, o la montaña entiende de unas condiciones climatológicas. Entonces, la diabetes no es una excusa.
— ¿Cómo va el asunto de ser astronauta?
—Ya he acabado las pruebas en el centro espacial ruso y en el americano. He pasado todas las pruebas, he pasado todos los certificados y posiblemente, en los próximos cinco o seis meses, iré para arriba. Ya desde Control de Emisión me han dicho que tengo que estar localizable las 24 horas del día.
— Su preparación la pagan empresas privadas. Será muy difícil conseguir financiación ahora, ¿no?
—Con la situación que tenemos de crisis..., un día de entrenamiento espacial son miles de dólares. Son empresas privadas que están vinculadas con servicios de telemedicina, los softwares informáticos, laboratorios y farmacéuticas. Estoy totalmente comprometido a curar la diabetes de mi sobrina Edurne, que ahora tiene once añitos. Yo le dije: «Tu tío va a ir al espacio a meterse unas cosas en el cuerpo que como funcionen la liamos en colores».
— Y después de eso, para casa a descansar .
—Pues los rusos me han invitado a vivir en la estación espacial, pero hay que pagar el combustible. Y aunque tuviese el dinero, que son cuarenta millones de euros, que tampoco es tanto, no sé si me gustaría volver a pasar las pruebas que he tenido que superar, complicadas y muy duras. Ser astronauta queda muy bonito cuando ves la película «Armageddon» pero, cuando estás en el centro espacial, te dan hasta en el pasaporte.
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