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Llega a España 99designs para conectar a diseñadores gráficos y pymes

La plataforma de «crowdfunding» ya ha lanzado más de 200.000 concursos en 190 países del mundo y quiere más

Llega a España 99designs para conectar a diseñadores gráficos y pymes

TICBEAT.COM

«Cuando empezamos en EE.UU., nos metimos en una oficina chunga. Éramos cuatro chicos y el lugar era deprimente. Un viernes me levanté y dije 'Chicos, habéis oído qué es paintball?' Ellos dijeron que sí. Yo añadí: 'Vamos a jugar al Paintwall'. Me fui a la tienda de bricolaje y pintamos la oficina completa. Claro que, poco más tarde, el Ayuntamiento de San Francisco condenó el edificio completo por ser peligroso…».

Estos son los principios poco glamurosos de la plataforma de crowdsourcing que ahora intenta conquistar el mundo: 99 Designs , como explica el director general, Patrick Llewellyn. La firma, que comenzó en Melbourne (Australia) hace cinco años, es la plataforma de gestión para algo que toda empresa necesita: un diseño a medida. Ya ha lanzado más de 200.000 concursos en 190 países del mundo y quiere más.

Aterrizaje en España

«Cualquier cosa que pueda producir un diseñador gráfico está en 99 Designs», apunta Llewellyn. Los clientes publican una propuesta creativa en la plataforma y los diseñadores responden a la demanda. Después, la empresa decide cuál es la propuesta que más le interesa y lo compran. Es un mercado de oferta y demanda: la plataforma es un medio para que se publiciten los trabajos y se esfuercen los diseñadores en conseguir atrapar los mejores proyectos.

Desde el principio, esta plataforma ambiciosa ha tenido suerte: «Durante los tres primeros años nos centramos en conseguir el mejor producto posible. Como en España, en Australia no existe un gran capital riesgo, tienes que apañarte con lo que tienes», dice Llewellyn. Tuvieron la suerte de trabajar con una infraestructura que podía crecer a medida que aumentaba la demanda. «Hubo personas que nos copiaron, pero tuvieron momentos de mala adaptación durante días por caídas». Ahora, su «startup» cuenta con un nuevo diseño subido cada cuatro segundos y está acelerando su entrada en Europa, que comenzó por medio de Alemania. Ahora, la firma ha iniciado su negocio en España.

«Tenemos una comunidad de unos 20.000 diseñadores españoles. Esperamos poder doblarlo. Queremos ampliar el tamaño de nuestro negocio al doble durante los próximos 12 meses», indica. Para cualquier otra startup, esto podría parecer una apuesta completamente inviable: para ellos, es una realidad muy posible.

El crowdsourcing: ¿un mal necesario?

Para el gremio de diseñadores, este tipo de plataformas son controvertidas. Por un lado, el no participar puede significar la muerte para algunos profesionales que no tienen de qué vivir, mientras ven que otros están aprovechando la oportunidad. Aunque decidan no participar, hay miles de personas que ya lo están haciendo y a las empresas este nuevo formato de «pitching» les ahorra tiempo y dinero.

Por otro lado, desaparece la seguridad. El diseñador está trabajando de forma completamente gratuita, sin garantía de ver un céntimo jamás. No existe el respaldo de saber que la idea se mantendrá confidencial, ni que exista la posibilidad de ser contratado para trabajar para las empresas que pagan por ese trabajo único. También es desalentador descubrir que, en efecto, el trabajo de tantos profesionales se ha reducido a una lucha constante por quién se lleva los primeros euros.

«Si al cliente le gusta más el de la abuela, entonces ella conseguirá el trabajo»

Un infame artículo de «Forbes» en el que se realizó una entrevista a los fundadores de CrowdSpring, otra plataforma de contratación de proyectos de diseñadores, llevó a la furia a muchos desarrolladores por comentarios como el siguiente: «La belleza de nuestro sitio es que no importa si tienes una carrera en la Escuela de Diseño de Rhode Island o si eres una abuela en Tennessee con un montón de itempo libre y Adobe Illustrator», apuntó Samson, uno de los entrevistados. «Si al cliente le gusta más el de la abuela, entonces ella conseguirá el trabajo», añade. El argumento de la maldad del crowdsourcing, cuya existencia dice «cualquier persona puede hacer el trabajo de diseñador», se repite en fotografía y periodismo de forma constante. Ya no están compitiendo contra otros diseñadores, sino contra todo el que sepa usar Internet.

«Los diseñadores ven qué se les va a pagar», argumenta Llewellyn, algo positivo para los autónomos acostumbrados a luchar por sus pagos. «Es una forma excelente para que la gente amplíe su porfolio. Es una gran cadena de oportunidades para jóvenes diseñadores y diseñadores freelance que puede ayudar a conseguir oportunidades». Para muchos, lo es. En lugar de perder tiempo yendo puerta por puerta a enseñar porfolios, ahora pueden hacer pitches online y mostrar con qué compañías han trabajado y qué tipo de diseño son capaces de hacer. «Un 50% de los proyectos llevan a otros proyectos posteriores offline. Hay una buena posibilidad de desarrollo de negocio».

El mundo del diseño está cambiando: los diseñadores se dividen entre los que cazan clientes y los que prefieren que los clientes les encuentren a ellos. Para los que odian las plataformas de crowdfunding, es probable que tampoco guste el tipo de empresa que los usa (por lo que relativamente, no se están perdiendo nada). Los que quieren concursar para ganar dinero y darse a conocer a emprendedores por todo el mundo, ahora es el momento más fácil (y a la vez más difícil) para lograrlo a través de internet.

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