Jóvenes - Generación Millennial
La primera tribu digital quiere cambiar el mundo
75 representantes de la generación de jóvenes más numerosa de la historia se reúnen en Nueva York para reclamar su protagonismo ante los desafíos del futuro
Jaime G. Mora
A los jóvenes les dice que son el futuro. A los gobernantes, que escuchen a los jóvenes.
«¡Sois el futuro!», clama Ahmad Alhendawi, enviado especial de la ONU para la juventud, que se ha quitado la corbata. Los jóvenes lo interrumpen de vez en ... cuando con aplausos. «No importa cuál sea vuestra raza, sino lo que tenéis en común». Aplaude Anastasiia Borynets, que hizo la revolución en Ucrania . «Vivimos en una era en la que se puede hablar de valores como la igualdad, los derechos humanos…» Aplaude Yaniv Lushinsky, un israelí que trabaja por los derechos de los homosexuales. «Tenéis que crear vuestras propias oportunidades, inventar nuevos puestos de trabajo». Aplaude Christian Rusangwa, que trabaja por la reconciliación en Ruanda .
En Tarrytown, Nueva York, la Alianza de Civilizacionesha reunido durante una semana, con la colaboración de la academia de idiomas EF Education First, a 75 jóvenes de todo el mundo. Tienen entre 18 y 35 años y han pasado un proceso de selección al que accedieron unos 15.000 solicitantes de 190 países. Casi todos ellos colaboran con organizaciones de apoyo a los más necesitados y asisten, a mediados de agosto, a una serie de seminarios destinados a formarles en habilidades comunicativas, de negociación, a trabajar en grupo y a encontrar soluciones en situaciones conflictivas.
«¡Escuchad, escuchad a los jóvenes!», reclama Alhendawi a los dirigentes políticos. Ante un grupo de periodistas, el diplomático jordano, vestido todavía con corbata, explica que casi la mitad de la población mundial tiene menos de 25 años, la mayor cantidad de la historia. Un porcentaje que se reduce al 20 por ciento, más de mil millones de personas, si se tiene en cuenta el tramo de edad que va de los 15 a los 24 años. Nueve de cada diez viven en países en desarrollo. Eso significa que, a menudo, tienen pocas oportunidades para acceder a una educación y un empleo de calidad. Según cifras de la ONU, el desempleo es más alto entre los jóvenes que entre los adultos, una situación que se agrava con la crisis económica. Entre 2000 y 2011, la tasa de actividad juvenil disminuyó del 52,9 por ciento al 48,5. En 2012, 73,8 millones estaban sin trabajo. El desempleo juvenil en España supera el 55 por ciento.
UNAOC-EFAhmad Alhendawi, enviado de la ONU para la juventud
Alhendawi, nacido en el 84, es el encargado de transmitir estos datos a los dirigentes mundiales por encargo de Ban Ki-moon, secretario general de la ONU, que creó este organismo en enero de 2013. La oficina para la juventud, que coordina el trabajo de las distintas agencias de Naciones Unidas, insiste en que «hay que hacer un esfuerzo mayor para comunicarse con los jóvenes». Según Alhendawi, que menos de un 1 por ciento de menores de 30 años sean parlamentarios no se corresponde con la demografía mundial. «La juventud está interesada en la política», defiende, algo que no se traduce en la composición de las instituciones. El diplomático cuenta que un primer ministro le confió que nunca antes se había sentado con nadie para hablar directamente de los problemas de la gente joven.
«De repente – dice el diario “The New York Times” –, los “ millennials ” están por todas partes». Es el nombre de la generación a la que pertenecen los que tienen entre 18 y 33 años. Un grupo de más de ocho millones de personas en España. Son, a grandes rasgos, liberales, abiertos al cambio, con más formación académica que las generaciones anteriores. Los «millennials» son los primeros nativos digitales. Han encontrado en las redes sociales el medio perfecto para hacerse oír. El 75 por ciento tiene creado un perfil en plataformas como Facebook o Twitter, según Pew Research Center . Por eso prefieren las compras a través de internet. Hipotecarse no está entre sus planes y se casan más tarde que nunca.
Pese a las dificultades económicas, priorizan los trabajos que más les gustan, aunque eso suponga un sueldo más bajo. Los «millennials» no son una generación inocente, por mucho que hayan crecido rodeados de una realidad virtual. Han vivido ataques terroristas como los del 11-S o los del 11-M, guerras y una de las mayores crisis económicas. No encuentran trabajo y están en casa de sus padres más tiempo del que desearían. Desconfían de las instituciones políticas y religiosas. La mitad de ellos no se identifica con ningún partido político. Y, sin embargo, son optimistas. Piensan que los mejores días están por llegar y son más liberales en cuestiones como el consumo de marihuana o el matrimonio homosexual.
Yaniv Lushinsky, israelí, compagina su labor como asesor en el partido Meretz con su actividad en una ONG que lucha contra la discriminación de gays y lesbianas. «Les decimos a los políticos lo que deberían hacer y a la gente lo que puede hacer», explica. La organización que ayudó a fundar hace tres años ha lanzado el primer texto legal sobre los derechos de los gays en Israel. Juristas y expertos ofrecen soluciones a quienes están discriminados. «Nuestra ONG busca la forma de cambiar el marco legal». Lushinsky mira al futuro con optimismo y piensa que el conflicto con Palestina tiene solución. «La guerra no es el camino —dice—. Ha habido muchas operaciones en Gaza y siempre volvemos a la misma situación. Hace falta que los dirigentes asuman riesgos. Necesitamos un líder valiente».
UNAOC-EFChristian Rusangwa, representante de Ruanda
Christian Rusangwa creció en la Ruanda posterior al genocidio de 1994. Unas 800.000 personas, un 11 por ciento de la población, fueron asesinadas en cinco meses. El 20 por ciento de las mujeres que sobrevivieron al genocidio fueron violadas. La crisis provocó dos millones de refugiados. Occidente se limitó a seguirlo por televisión. Rusangwa trabaja como voluntario en una ONG que persigue la reconciliación. Presta apoyo a niños sin padres y sin hogar y ha unido a comunidades y líderes religiosos para la construcción de lugares de intercambio y viviendas. Durante una visita al Bronx, uno de los barrios más pobres de Nueva York, observa que los problemas en Estados Unidos –justicia, trabajo, vivienda– se parecen mucho a los que tienen los africanos.
UNAOC-EFAnastasiia Borynets (d), la elegida por Ucrania
Anastasiia Borynets participó de forma activa en las manifestaciones que tumbaron al presidente Víktor Yanukóvich. «Cuando nos empezamos a manifestar comenzó una revolución, pero nosotros no sabíamos que estábamos haciendo una revolución », dice esta periodista recién licenciada. Las protestas comenzaron en noviembre de 2013. Borynets trabajaba entonces en la sección de internacional de un canal de televisión que pronto se identificó con las posturas prorrusas. Ella decidió marcharse. Con 24 años, es miembro de «Generación 2020», una organización que convoca reuniones y lecturas para promover la democracia entre la juventud ucraniana, «los que dentro de cinco o seis años estarán al frente del país». Aunque el Gobierno, reconoce Borynets, «no está interesado en lo que piensan los jóvenes». Por eso es tan importante que «los jóvenes trabajen en diferentes ámbitos para cambiar la situación».
UNAOC-EFZainab Hawa Bangura, representante especial de la ONU sobre la violencia sexual en las guerras
Es lo que les pide Matthew Hodes, director de la Alianza de Civilizaciones, en un discurso dirigido a los 75 jóvenes reunidos en Tarrytown. «Reconocemos el potencial» de una generación que «puede provocar cambios». «Es nuestro trabajo y responsabilidad ayudaros a ser parte de la solución». Zainab Hawa Bangura, representante especial de la ONU sobre la violencia sexual en las guerras, les reclama que sean protagonistas en un futuro mejor: «Sé que podemos conseguirlo porque mi propia experiencia me ha demostrado que nada es imposible».
«¿Pueden los jóvenes cambiar el mundo?», le pregunto a Gabriela Velarde. «Es una utopía. El cambio empieza por uno mismo. Si cada uno ponemos de nuestra parte, algo podemos cambiar». Con 32 años, esta peruana promueve la «revolución de la paz» desde la ONG con la que colabora. Abandonó sus estudios para centrarse en una entidad que pretende enseñar a vivir en armonía a través de la meditación. «Peace in, Peace out», dice su eslogan. ¿Pueden los jóvenes cambiar el mundo? Catalina Valencia, una colombiana que vive en España desde el año 2005, se lo piensa: «Es complicado entrar a niveles más profundos… porque los jóvenes no están siendo tomados en cuenta a la hora de tomar decisiones…»
UNAOC-EFGabriela Velarde, representante de Perú
En nueve años, Valencia, que vive en Valencia, ha estudiado hasta tres másteres gracias a varias becas. Trabajó en una empresa de investigación de mercados, pero de manera informal. También en un periódico que se repartía de forma gratuita. «Era una edición mensual. No era un trabajo en condiciones». Pronto se involucró con Promís, una ONG de apoyo a los inmigrantes. Entonces llegó la crisis y el periódico cerró. Y, con él, Promís se apagó. Ahora, como secretaria, lidera una nueva etapa de la asociación. Su idea es presentar el proyecto de la organización al Ayuntamiento, a la Generalitat o a la iniciativa privada.
UNAOC-EFCatalina Valencia, colombiana, vive en España desde hace nueve años
Sabe que tendrá más dificultades que sus compañeros de la escuela de verano. «Aquí hay muchos que trabajan y reciben un sueldo de una ONG. Otros son asesores o consultores y colaboran como voluntarios. Yo no tengo trabajo. Hago colaboraciones, pero son cosas muy puntuales. Los jóvenes españoles están bastante por detrás de los del resto del mundo. Me he planteado abandonar España y volver a Colombia, que sería lo más lógico. Colombia ahora está bastante bien».
Cambiad la palabra «impossible» (imposible) por el lema «I’m possible» (soy posible), les dicen en uno de los seminarios. Nueva York es la capital mundial del «Yes, we can».
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