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Bob Dylan, solo para creyentes

Desgranó en Madrid las canciones de sus últimos discos, que no son las que han forjado su leyenda

Bob Dylan, solo para creyentes abc

pablo carrero

Inevitablemente, ver a cualquier gran grupo o artista con una trayectoria larga y cuajada de muchas y buenas canciones supone un cierto grado de decepción. Siempre faltarán canciones favoritas , piezas que cada espectador considera absolutamente imprescindibles, clásicos sin los que más de uno ... se sentirá irremediablemente huérfano. Con Dylan, el asunto se agudiza hasta límites que serían insospechados si no fuera porque ya le vamos conociendo… Ciertamente, harían falta unas cuantas largas horas de concierto para obtener en sus directos un somero resumen de su inabarcable cancionero. Pero es que, además, a él le gusta ser particularmente esquivo y distante con sus seguidores , y eso suele suponer la elaboración de un repertorio imposible, en el que las canciones más clásicas brillan por su ausencia ; una selección sin concesiones, hecha quién sabe si al gusto de su responsable, pero en absoluto al previsible gusto del respetable. Hágase la prueba: cítense las primeras veinte o treinta canciones que le vengan a uno a la cabeza. Ni una de ellas sonó en el Palacio de los Deportes. Bueno, quizá sí estaría en esa lista «Blowin´ in the Wind» , para la que hubo que esperar al tiempo de las propinas, y que sonó en una irreconocible versión. Otra de las especialidades del de Duluth es esa de retorcer sus propias creaciones hasta convertirlas en algo que a la mayoría de los presentes les acaba resultando ajeno. O, en todo caso «Tangled Up in Blue», una de las joyas de «Blood on the tracks » (1975) que, hacia la mitad de la actuación, propició uno de las muy pocas ovaciones y en las que se atisbaba algún rastro de emoción.

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