Un singular cruce de caminos

Una vez más, nos encontramos en Frómista, lugar «donde se cruzan los caminos de la razón y de la fe», como gusta repetir Fernando Díez, alcalde de la localidad palentina, siguiendo las pautas literarias de Raúl Guerra Garrido. Aquí, precisamente, el Canal de Castilla y el Camino de Santiago discurren paralelos para que la infinitud de Tierra de Campos profundice en una fertilidad paisajística y artística de excepción en nuestra Comunidad. Luego, como desentendiéndose, se separan para continuar rutas distintas. Pero aquí, en Frómista, resulta imposible eludir una confluencia tan bien conjugada.

Por un lado, percibimos el magnetismo del arte con la iglesia románica de San Martín de Tours -uno de los primeros templos de la orden cluniacense en España-, la de San Pedro o la de Santa María del Castillo, que son vestigios elocuentes de un esplendor de siglos que, a su vez, refieren un activo intercambio comercial y cultural, junto con el constante trasiego de peregrinos. Y por otro lado, el Canal de Castilla que, como obra civil del siglo XVIII, representa en Frómista un ejemplo espectacular de ingeniería hidráulica.

El conjunto de saltos de agua con tres esclusas, que salvan más de 15 metros de desnivel, nos sitúan ante una oferta turística de primer orden. En estos momentos precisos, la acción restauradora se centra en un plano concreto: en la denominada «Casa del Esclusero», que es parte esencial de la esclusa 17 del Canal de Castilla. La Confederación Hidrográfica del Duero, bajo la Presidencia de José Valín, ha firmado un importante convenio de cesión con el Ayuntamiento de Frómista. En virtud del mismo, se pone a disposición de la sociedad, en general, un espacio histórico que se convertirá en un punto de referencia turística, y también en una oferta cultural de indudable interés.

La propuesta, que llevamos a cabo desde «Espacio de Arquitectura», incluye una intervención monumental dentro de una gestión arquitectónica sostenible. Su actuación se concentra en un sereno edificio inteligente que acota y organiza el espacio exterior, enmarca las increíbles vistas del lugar, y armoniza el uso exigido con una proposición estética actual que respeta e integra la arquitectura precedente de mediados del XVIII. Un prisma de vidrio se erigirá respetuoso en el conjunto, dando una pincelada de modernidad y elegancia. El proyecto, además, propone la presencia de un barco turístico. Se incorporará al conjunto una sala de recepción de visitantes, sala de exposiciones, más una zona de actos al aire libre, aprovechando el paso de peregrinos que amplían con creces una programación cultural y que coincide con la época de bonanza climática. En resumidas cuentas: el conjunto arquitectónico en cuestión se diseña bajo la premisa de ser sostenible en todos los niveles.

Creemos que de esta forma se genera el caldo de cultivo adecuado para insertar propuestas nuevas en un edificio en desuso con un fin concreto: que llegue fielmente a la sociedad civil tal y como fue proyectado, y que de su uso se infieran beneficios y aportaciones culturales y paisajísticas. Hemos de dar la enhorabuena a la Confederación Hidrográfica del Duero, al Ayuntamiento de Frómista, y a la Diputación de Palencia por haber sido sensibles con esta iniciativa, otorgando el apoyo económico necesario para rehabilitar un edificio tan emblemático. No son pocas, por tanto, las administraciones públicas que han actuado aquí responsablemente. Aunque queda mucho camino por andar, lo cierto es que, rememorando a Machado, el caminante «hace camino al andar» entre las veredas de Santiago y las esclusas del Canal de Castilla.