Musk reaparece y carga contra Trump: «Me decepcionó ver el proyecto de ley de gasto masivo»

«Me decepcionó ver el proyecto de ley de gasto masivo, sinceramente», dijo Musk en una entrevista con CBS, en referencia a la ley presupuestaria aprobada por la Cámara de Representantes y promovida por Trump. «No solo no reduce el déficit, sino que lo incrementa, y socava el trabajo que hacía el equipo de DOGE».

La legislación, bautizada por el propio presidente como «One Big Beautiful Bill Act» (traducido, «una ley grande y bonita»), prevé una extensión de los recortes fiscales de 2017, aumento del gasto en seguridad fronteriza, nuevos requisitos laborales para el seguro médico estatal y la eliminación de incentivos a las energías limpias. Según la Oficina Presupuestaria del Congreso, disparará el déficit en 3,8 billones de dólares hasta 2034.

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El desencanto de Musk, que afirmó que «una ley puede ser grande o bella, pero no ambas cosas», marca su mayor distanciamiento hasta la fecha del presidente y del Partido Republicano.

Musk reconoció que reducir el tamaño del Gobierno fue «mucho más difícil de lo que pensaba». «DOGE se ha convertido en el chivo expiatorio de todo», lamentó en otra entrevista concedida al diario 'The Washington Post'. Incluso denunció represalias personales: «La gente quemaba Teslas. ¿Por qué harían algo así? No está bien».

En una respuesta posterior a las críticas de Musk, Trump defendió con firmeza el controvertido proyecto presupuestario por el que su Administración ha peleado tanto en el Capitolio. Aunque admitió que no está satisfecho con todos los elementos que han tenido que caber en la ley, insistió en que el texto contiene «el mayor recorte fiscal de la historia del país» y aseguró que traerá «tremendos beneficios» para los estadounidenses de ingresos bajos y medios.

En su opinión, se trata de un paquete necesario para evitar una subida de impuestos del 65% si no se aprueba a tiempo. También aprovechó el presdidente para elogiar la gestión del presidente de la Cámara de Representantes, Mike Johnson, y del senador republicano John Thune, encargados de liderar la negociación en el Capitolio.

Lo cierto es que Musk, en un principio, entró en Washington con una ambiciosa y provocadora agenda de recortes, criticando duramente a los funcionarios y llamando incluso traidores a senadores demócratas que apoyaban simplemente dar más recursos a Ucrania. En un momento, recibió una motosierra del argentino Javier Milei en un congreso de acción política conservadora y se subió al escenario con unas gafas de sol y una gorra, blandiendo ese objeto.

No le salió bien ninguna apuesta tras la victoria de Trump en las elecciones presidenciales. Regó de millones una campaña para juez en Wisconsin, y la candidata demócrata, a la que se oponía, ganó con holgura. Musk había descrito esa contienda de forma hiperbólica como una decisión en la que estaba en juego el futuro «de la civilización occidental».

Pese a haber reducido su agenda en la capital, Musk aseguró que seguirá ligado a la reforma gubernamental, pero centrado en proyectos menos polémicos, como la modernización informática del aparato federal. «En algunos casos, para pasar datos de un ordenador a otro hay que imprimirlos y teclearlos de nuevo. Eso es real», explicó al Post.

Mientras tanto, en Starbase, SpaceX se prepara para intensificar los lanzamientos de Starship, su vehículo insignia para llevar humanos a la Luna y, eventualmente, a Marte. «Todo converge en el momento del lanzamiento», dijo Musk en una fábrica repleta de ingenieros. Vestido con una camiseta en la que se leía «Ocupad Marte», insistió: «No llegaremos a Marte con una semana laboral de 40 horas».

El lanzamiento del martes no terminó como se esperaba: la nave llegó al espacio, pero falló al intentar regresar. «Gran mejora respecto al último vuelo», celebró Musk en X. Mientras la política en Washington se le ha complicado, él parece encontrar más confort en el horizonte marciano.