Isabel II reúne a sus tres herederos en el bautizo del Príncipe Jorge

Fue una ceremonia íntima a la que asistieron solo 22 personas, un tercio de las 60 invitadas, incluidos varios miembros de realezas europeas, al bautizo del Príncipe Guillermo el 4 de agosto de 1982. Y fue también un evento privado por deseo expreso de los Duques, que solo permitieron a un redactor y un fotógrafo de agencia cubrir la entrada a la ceremonia. Sin embargo, la ocasión ofreció, de nuevo en la Capilla Real de St. James –una de las residencias reales en Londres–, una valiosa oportunidad histórica a la monarquía británica.

Por primera vez desde 1894, una soberana de la Casa Windsor pudo posar junto con tres herederos directos al trono, proyectando con una sola imagen una continuidad histórica que ni siquiera mil proclamas monárquicas podrían garantizar. La instantánea será distribuida este jueves por la Casa Real, y forma parte de las fotografías oficiales tomadas en la ceremonia por el fotógrafo Jason Bell. Después del sacramento religioso, celebrado este miércoles a las tres de la tarde (las cuatro en la Península), la Reina participó con el resto de invitados en el té con tarta ofrecido en Clarence House, la residencia oficial del Príncipe de Gales anexa al palacio de St. James.

Allí tuvo lugar el posado oficial para la ocasión, al mando de un fotógrafo más conocido hasta ahora por sus retratos de «celebrities» y actores de Hollywood como Paul McCartney, David Beckham, Johnny Depp, Scarlett Johansson o los actores de la serie «Downton Abbey». Isabel II posó con su hijo Carlos, que cumplirá 65 años el mes que viene, su nieto el Príncipe Guillermo (31 años) y el pequeño Jorge. Una instantánea cargada de futuro dinástico como la que presidió en 1894 la Reina Victoria durante el bautizo también de uno de sus biznietos. La foto se tomó entonces en Buckingham, escenario habitual de los bautizos reales hasta la fecha, y le acompañaban el Príncipe de Gales y futuro Eduardo VII, su hijo el futuro Jorge V, y el pequeño Príncipe Eduardo, quien reinó brevemente en 1936 como Eduardo VIII antes de abdicar en menos de un año en su hermano, Jorge VI, padre de la actual soberana.

La elección de Jason Bell, fotógrafo londinense de 44 años residente en Nueva York, ha causado cierta sorpresa por su perfil más cercano a Hollywood que a la realeza. Comenzó a dedicarse a la fotografía cuando prefirió centrarse en una revista de estudiantes de Oxford por encima de sus propios estudios de Política, Economía y Filosofía. Ha recibido varios premios de fotografía en Reino Unido, y la National Portrait Gallery, donde fue «oteado» por la Duquesa Catalina, ha adquirido 39 fotografías suyas. Su elección forma parte del discreto impulso renovador que el Príncipe Guillermo y su mujer están imprimiendo a la monarquía en Gran Bretaña.

Los 22 invitados participaron en una ceremonia de unos 45 minutos en el mismo lugar en el que reposó el féretro de Diana de Gales antes del funeral en la abadía de Westminster, tras su muerte en 1999. Además de la Reina y su marido el Duque de Edimburgo, la Familia Real estuvo representada por el Príncipe Carlos y la Duquesa de Cornualles, abuelos del homenajeado, y por el Príncipe Enrique, que no acudió con su actual pareja, Cressida Bonas. También acudieron solos Pippa y James Middleton, hermanos de la duquesa Catalina, junto a sus padres. El resto de invitados lo conformaban los siete padrinos elegidos por los duques.

En este clima de intimidad, la ceremonia fue oficiada por el arzobispo de Canterbury, Justin Welby, asistido por el deán de la capilla, Richard Chartres, y el subdeán, William Scott. Los tres recibieron uno a uno a los invitados hasta la llegada de la Reina minutos antes del inicio. Catalina apostó de nuevo por un diseño de Sarah Burton para Alexander McQueen, un vestido-abrigo de color hueso, manga larga y falda de vuelo. A su hijo, mientras, se le vio serio y relajado en brazos de su padre, y vestido con una réplica del faldón de seda blanco que llevó la hija mayor de la Reina Victoria, la Princesa Victoria, en su bautizo en 1841. Más de 60 bebés reales han vestido el original para el sacramento del bautizo, que fue utilizado por última vez en el bautizo de una hija de la Condesa de Wessex en 2004.

Tras los saludos de rigor –Enrique y Guillermo inclinando la cabeza ante su abuela, y la Duquesa Catalina con la reverencia que marca el protocolo–, la familia pasó al interior de la capilla para bautizar al bebé en la fe anglicana con agua del río Jordán. Si llega a reinar, Jorge será cabeza formal de la Iglesia de Inglaterra como Gobernador General de la confesión, y deberá actuar como «defensor de la fe», según marca la tradición en un país donde se confunden -formalmente- la jefatura del Estado y de la iglesia. En la ceremonia, Pippa Middleton y el Príncipe Enrique leyeron textos de los Evangelios de San Lucas y San Juan, mientras que el coro de la capilla recuperó un himno escrito para el bautizo del Príncipe Guillermo.