«Sin la ayuda del Gobierno español, Cataluña estaría en bancarrota»

—¿Cómo viven las empresas la deriva independentista de Artur Mas?

—Las multinacionales no se creen que vaya a suceder, lo cual no significa que eso no distorsiones el sector y el mercado porque el capital es cobarde y lo que quiere es invertir en sitios estables. Si uno deja de serlo, pues se va a otro sitio. Pero estos dos años de Gobierno del PP han sido decisivos para volver a generar confianza y atraer inversiones. El empresariado catalán está perplejo porque no se entiende que en una situación de crisis, se pierdan tantas energías políticas en un tema, el de la independencia, que no va a generar riqueza ni a corto ni a medio ni a largo plazo.

—¿Cree que el empresario debería ser más claro y denunciar que el proyecto separatista no lleva a ningún lado?

— Hay algunos que ya lo han hecho, pero los empresarios no son los que tienen que solucionar este problema, es la clase política. La responsabilidad del empresario es generar riqueza y crear puestos de trabajo. Lo que quiere es estabilidad para lograrlo.

—Pero ayudaría que el empresario dijera que eso no va a funcionar...

— Me consta que muchos empresarios han hablado con los políticos que quieren enfrentarnos para frenar esa deriva. Hay quien ha dado la cara, pero entiendo que otros piensen que su cometido es liderar su empresa. El problema es que se ha generado un entramado nacionalista en Cataluña que simula una mayoría que no existe y se nutre de convencer a los demás de que la independencia es la panacea de todo. Los que vivimos en el mundo real sabemos que una Cataluña dentro de España es lo único que tiene viabilidad. Cada vez hay más voces en contra de ese mensaje. Si no las ha habido hasta ahora es porque nadie creía que esto llegara tan lejos.

—¿Cree que habrá consulta?

— Estoy convencido de que no se llegará a celebrar nunca porque es ilegal. El resto de españoles debe saber que hay muchos catalanes como yo que queremos seguir siendo españoles y nos tienen que ayudar.

—¿Ese discurso de «España nos roba» impide que se visualice lo que el Estado hace en Cataluña?

—No se es consciente. No llega a la opinión pública porque los medios oficialistas de la Generalitat se encargan de ello. Sin los 26.000 millones que el Gobierno ha concedido a través del Fondo de Liquidez Autonómico (FLA) y sin los 1.400 millones del plan de proveedores, Cataluña estaría en bancarrota, colapsada, en quiebra. Cataluña no puede acceder al crédito del mercado y el único que se lo da es el Gobierno de España. Es muy desleal decir que quien te ayuda a pagar lo que debes, no te paga.

—¿La reunión que usted organizó el miércoles entre el secretario de Estado de Administraciones Públicas, Antonio Beteta y las patronales catalanas permite visualizar esa eficiencia administrativa?

—Es evidente. Estoy pidiendo constantemente a ministros y secretarios de Estado que vengan a Cataluña a explicar pedagógicamente la labor que hace el Estado. Cataluña es una parte muy importante de España. Para explicar algo hay que estar físicamente aquí. Por eso, el Consorcio es muy adecuado para poder ayudar a que el empresario tenga confianza en el Gobierno de España y en el Ayuntamiento de Barcelona (representados en el Consorcio) porque, en materia económica, todos vamos juntos.

—Los acuerdos de Gobierno entre CiU y ERC han convertido Cataluña en la comunidad con más presión fiscal, ¿cómo afecta eso a los inversores?

—En dos años, en el Consorcio hemos reducido los gastos en un 20%, es decir, casi siete millones de euros. Eso es gestión pública, eso es gestión empresarial. Pero eso es precisamente lo que no hace el Gobierno de Artur Mas, sino que sube los impuestos y dedica sus ayudas a sectores no productivos y entidades mediáticas que repiten ese mensaje falso de que España nos roba

—Uno de los proyectos más reclamados por la clase empresarial es el corredor mediterráneo ¿El Gobierno se ha volcado en ello?

—Totalmente. La ministra de Fomento Ana Pastor siempre dice que se encontró con un «power point» sobre un proyecto del que el anterior Ejecutivo hablaba mucho, pero no había hecho nada. En dos años ha logrado hacer un proyecto presupuestario.