Wawrinka alimenta el sueño de Federer

La Ensaladera está ya en manos de Roger Federer. El gran sueño del tenista suizo, uno de los pocos que no ha podido hacer realidad con una raqueta en la mano, depende ya solo de él... y, si acaso, del estado de su espalda . El punto que necesitaba el otrora número uno del mundo para que eso ocurriera, llegó en un duelo desigual en el que Wawrinka fue mejor su rival durante casi todo el partido.

El espectacular ambiente del estadio Pierre Mauroy de Lille -con 27.000 gargantas animándole- ejerció un efecto contrario en el francés. Lejos de venirse arriba con los ánimos de la grada, Tsonga arrancó el choque muy nervioso, lo que se tradujo en un saque impreciso y más lento de lo habitual.

Sin su mejor arma, el galo se diluyó ante el empuje de Wawrinka, cuyo revés fue una pesadilla que movía de un lado a otro al gigante francés. No encontraba su sitio Tsonga, que en apenas 26 minutos se tenía que sentar en la silla con un set en contra y la sensación de no haber pisado aún la pista (6-1).

Reaccionó casi por inercia, acunado por una grada entregada a pesar del desastre de la primera manga. El primer servicio empezó a entrar con asiduidad y con eso bastó para equilibrar el duelo. Una doble falta de Wawrinka puso en bandeja el break de Tsonga (3-1). Break que sirvió de impulso para que su raqueta recuperara las buenas sensaciones (3-6).

El duelo vivió entonces una fase de igualdad. Un compás de espera en el partido que tuvo en el break del suizo en el sexto juego del tercer set el momento definitivo del encuentro. El break de Wawrinka hundió por completo a Tsonga, que nunca pudo ya emerger de nuevo.

Apenas tres juegos más hizo el francés de ahí al final del partido. Un calvario que terminó Wawrinka por la vía rápida, poniendo a Suiza en el camino de su primera Copa Davis y dejando a Federer la responsabilidad ante Monfils.