Purito: «El número 1 significa que el ciclismo español sigue vivo»

—Sus lágrimas conmovieron. Un optimista declarado como usted...

—No me gustó dar esa imagen, pero es lo que me salió de dentro. Como deportista que soy, sé lo que cuesta encontrar una oportunidad así, llegar a esa escapada, tener el oro a la vista, con el agua, el frío, la kilometrada que llevábamos... Disfruté mucho la carrera, pero me vine abajo con la medalla de plata.

—¿Por qué le disgusta haber llorado?

—Porque me derrumbé, porque estaba allí mi familia, porque no quise mostrarme así. Luego, cuando todo pasa te das cuenta de lo importante que es una carrera como esa y lo que podía significar la victoria para un tipo de 34 años como yo. Un Mundial es un Mundial. Mirado con otros ojos, lo puedes interpretar como un deportista que siente y vive lo que hace. Soy persona y deportista, no un mercenario que dirige su vida por el dinero. Tengo sentimientos como cualquier persona, como alguien que se lleva un disgusto en su trabajo.

—¿Le compensó algo esa plata?

—En nada. Ya sé que en España hay mucha gente que lo ha visto como un gran logro, una plata y un bronce, pero a mí no me vale. Debimos conseguir el oro y la plata. No soy conformista. Es como si vas ganando 4-0 y te remontan en los últimos minutos.

—¿Qué pensó cuando estaba en la recta de meta y vio aparecer a Rui Costa?

—Hice rápidamente un cálculo y no me cuadraba nada. Pensé sinceramente que se habían caído los otros.

—¿Ha arreglado sus diferencias con Valverde?

—No. Sabemos que cada uno tiene su punto de vista y no coincidimos. Él no comparte el mío y yo no comparto el suyo.

—¿Qué hizo para quitarse el mal sabor de boca?

—Tuve mucha suerte. Fernando Alonso (estuvo en el Mundial) me invitó a la sede de Ferrari en Maranello y pasé un día fantástico con él. Me hizo una guía turística fabulosa por la fábrica, me dio una vuelta al circuito en un F12, me dejó conducir ese coche maravilloso... Eso sí, subimos después de hacer la digestión porque sentarte al volante con él de copiloto es como subir al Dragon Khan de Port Aventura. Estoy seguro de que hay mucha más diferencia entre él y yo pilotando que entre él y yo montando en bici.

—Al siguiente domingo, triunfo en el Giro de Lombardía, el último monumento de la temporada. ¿Cómo fue?

—Exactamente igual que el año anterior. Los ciclistas somos gente de costumbres, ja, ja, ja... Arranqué en el mismo punto que en 2012, en una señal de tráfico a la entrada del pueblo. Son 700 metros muy empinados, con adoquines y en los que hay que dar gas a tope. Si consigues unos segundos en ese tramo, como hice, puedes llegar a la meta en la bajada. Estaba todo estudiado. Es lo que da la experiencia. Fue bueno para mí, para el Katusha, para todos.

—Una victoria por otra...

—No, no, de ninguna manera. Lo que se perdió, se perdió y ninguna victoria compensa una derrota.

—Este éxito le proporcionó un extra. Número uno del mundo, como Nadal...

—Me produce satisfacción y orgullo por el ciclismo español más que por mí mismo. Tenemos una gran generación de corredores y merecemos estar arriba, en el número uno. En España tenemos números uno de verdad, Nadal, Gasol, Alonso, las selecciones. Mi número uno significa que el ciclismo español sigue vivo.

—¿Quedará algo para usted, no?

—Se traduce en el valor de la regularidad. Estoy todo el año peleando, desde febrero hasta octubre. Intento sacar el jugo que tiene cada carrera. Y luego está el rendimiento de los puntos ProTour.

—En un año y medio ha perdido el Giro con Hesjedal, la Vuelta con Contador y el Mundial con Rui Costa. ¿No le desmoraliza?

—No queda otra que seguir el camino. Gano o pierdo, me caigo y me levanto, pero estoy vivo. Para perder cualquier carrera, primero hay que ser favorito y luego estar en la pelea. Mirar hacia atrás es perder el tiempo.

—Mirando hacia adelante, dice que quiere correr el Giro. ¿No acudirá al Tour en 2014?

—El Giro me encanta. Consigue que me entusiasme. Italia es así. Los tifosi, el calor y el ambiente, el locutor de la RAI en la línea de meta, el paso por los pueblos, el color rosa que tiene la carrera. Provoca un contagio que cala en el corredor. Me gusta más que el Tour. Veremos qué hago en 2014.

—¿Le va a fichar Alonso para su equipo ciclista?

—Tengo contrato con Katusha para 2014 y 2015. Pero ojalá sea lo que dices. Me encantaría correr para el equipo de Alonso.