«Me gusta la música porque es peligrosa, siempre es una incógnita»

Esa noche rendirá tributo a una carrera que comenzó muy pronto, en el seno de un hogar marcado por la música . «Mi madre fue criada como católica y mi padre era protestante», dice Wainwright refiriéndose a los cantantes de folk Kate McGarrigle y Loudon Wainwright III. «Son dos filosofías muy distintas dentro del cristianismo. Una cree que la música es una manera de servir a Dios y la otra cree que es una manera de servir al diablo. Yo estoy en medio de ambas».

El cantautor charla con ABC en una de las plantas superiores del teatro Postdamer Platz, bajo la intensa luz de la mañana que entra por las cristaleras. «Cuando tocas música acabas jugando con una serie de emociones que debes experimentar. Eso es lo que me gusta de la música, que siempre es peligrosa, que siempre supone una incógnita», teoriza Wainwright cuando le preguntamos por el riesgo emocional de componer. «¿Es lo correcto? ¿No es lo correcto? No lo sabemos, pero lo que está claro es que la música es vida , y lo más importante en la vida es ser consciente de que estás vivo. Eso es lo que consigue la música. Esa es la respuesta. Sentirlo es maravilloso».

Wainwright presentó en la Berlinale a comienzos de año «Sing me the songs that say I love you» , un documental dedicado a su madre. Kate McGarrigle falleció en el año 2010 a causa de un cáncer, y la película recuerda un concierto-homenaje que su familia le rindió en Nueva York. «Mi madre y mis tías grabaron algunos discos que fueron subestimados. ¡Les pasa a muchos artistas en este mundo de lo comercial, de los iPods, en el que la gente ya no compra discos! Es genial tener este documental, ante el que la gente tiene que sentarse y prestar atención. Con el cine no ocurre como con las canciones, tú no vas a ver cinco minutos de una película y te marchas... ¡Pues eso le está pasando a la música!».

Un camino claro

¿Cuándo supo el joven Rufus que se dedicaría también a la música? «Como adolescente estaba muy seguro de lo que quería. Fui bendecido con una cierta ceguera de juventud, porque sabía exactamente hacia dónde me dirigía. Y eso que atravesé la clásica situación en la que pierdes completamente tu voz, y que sabía que mi piel no era la mejor... pero aún así imaginaba un futuro en el que me convertiría en una superestrella. Simplemente seguía hacia adelante, sin importarme lo que dijera el mundo. Para hacer eso hace falta... un poco de idiotez ...», exclama riendo. Desde esos tiempos de pubertad han pasado varias décadas. Wainwright ha grabado siete álbumes y ha cantado temas de «Brokeback Mountain» o «Moulin Rouge».

En Berlín nos encontramos también con su hermana Martha Wainwright , habitual en los coros de sus conciertos. «¡Encontrar tu espacio en aquella casa era imposible! Rufus siempre estaba tocando el piano, cantando, bailando... Mi padre me dio una guitarra cuando tenía 13 años, y me encerré en mi habitación para ver si yo también era capaz de componer una canción».

En 2012, Rufus Wainwright se casó con su pareja, el gestor cultural Jörn Weisbrodt; un año antes, el cantante había anunciado el nacimiento de la pequeña Viva Katherine, concebida con la hija de Leonard Cohen. ¿Le contará la verdad de su agitada vida? «Es cuestión suya formarse una opinión. Yo quiero contarle todo lo que sé, lo bueno y lo malo, pero no quiero forzar las cosas. ¡Ya tiene suficiente presión entre su abuelo y yo! Solo quiero que sea feliz».