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Cierra el último refugio de los «niños de la guerra»

La crisis provoca la clausura de la residencia de expatriados sin recursos «El Retorno», fundada en 1988 para traer de vuelta a los exiliados españoles por el conflicto civil

Cierra el último refugio de los «niños de la guerra» víctor lerena

pablo martínez pita

«Te habla uno sin domicilio conocido». Esta frase, dicha por cualquier persona, resulta dramática, pero lo es más si el que la pronuncia es alguien con 87 años. Jordi Alsina huyó siendo niño, con su familia, de la Guerra Civil , y hace cuatro años vio su sueño cumplido: volver a España . Se encontraba, según nos dice, «en situación desesperada», pero ahora también lo está. Tanto él como los otros 18 repatriados saben que la residencia que les acoge, «El Retorno», va a cerrar por culpa de la crisis y de los recortes económicos . Con las maletas preparadas y las habitaciones recogidas, en cualquier momento serán trasladados, sin saber cuándo exactamente ni a dónde.

Con las maletas preparadas, Jordi Alsina se siente en una «situación desesperada»

Situado en la localidad madrileña de Alalpardo , se trata de un centro muy especial: desde 1991 acoge a emigrantes sin recursos de más de 65 años y que puedan valerse por sí mismos (válidos). Desde aquí se les busca una ubicación definitiva en sus respectivas comunidades autónomas, aunque a veces la espera puede ser de varios años. Los primeros residentes fueron los llamados «niños de la guerra» , aquellos que fueron apartados de sus familias y enviados a la antigua Unión Soviética o Iberoamérica, pero después se abrió a todo tipo de expatriados. Hasta el momento, por sus habitaciones han pasado más de 400 mayores. Su gestión corresponde a la Fundación Gumiel , creada en 1979 por un salesiano, Víctor Mirón , pero su funcionamiento depende de las ayudas públicas.

Hace varias semanas, la Dirección General de Migraciones , dependiente del Ministerio de Empleo y Seguridad Social , comunicaron a la dirección de la residencia que se imponía un recorte económico que hacía inviable su continuidad.

Según Consuelo Gala , directora de El Retorno, «ya el año pasado nos recortaron el presupuesto diciendo que era una situación puntual. Encima nos deben seis meses, no nos han pagado nada este año, se supone que porque los Presupuestos Generales no están firmados todavía. Pero en cambio, el director general de Migraciones (Aurelio Miras), se fue a Argentina y Uruguay nada más ocupar el cargo, a costa del presupuesto. Estamos pagando con un colchón que teníamos de la Fundación, pero llega un momento en que ya no podemos aguantar más. Ni podemos seguir manteniendo las deudas, ni al personal que trabaja aquí. Cualquier día no cortan la luz y el agua». Lo peor es que nadie les dice si los internos tienes que quedarse tres días, tres semanas o tres meses más.

Negociaciones infructuosas

Las negociaciones con el ministerio fueron infructuosas. De la propuesta inicial de 150.000 euros anuales lograron que el Ministerio subiera, de palabra, hasta 250.000, una cifra todavía insuficiente para el mantenimiento de las instalaciones: «Hubo un momento en que le dijimos a la subdirectora de la dirección General de Migraciones, Yolanda (Gómez), si nos cortan el cátering por falta de pago, "¿qué hacemos?, ¿dejamos a los abuelos en la calle?". Y ella respondió: "sí". Y hay testigos de esto. Nos quedamos alucinados».

Con su cierre, dejará de existir un centro de acogida temporal para estas personas, y la espera para aquellos que desean volver será, a partir de ahora, bastante más larga. De hecho, en el cajón se han quedado tres solicitudes de ingreso.

José Oller, de 75 años, es otro de los alojados en el centro. Se marchó de España en busca de sustento en 1960, a Cuba , y después a Chile , donde trabajó de reportero gráfico en La Nación. Regresó hace tres años y medio, y dice de «El Retorno» que allí el trato «es magnífico, muy familiar, no tengo ninguna queja, más bien al contrario». En este lugar, incluso, encontró una nueva pareja y se casó. A ella la trasladaron a La Coruña poco antes de la boda. Ahora, su reencuentro está más lejos todavía. Y como el resto de los internos, se queja de que nadie del Ministerio vaya allí a dar la cara, a explicarles cuál es la situación, cuál va a ser su futuro.

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