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Orquesta de charol

ROSA SANZ HERMIDA

Con una sonoridad transparente, luminosa, radiante; casi una orquesta de charol, como los zapatos de sus componentes masculinos. Así se escuchó la Gewandhausorchester Leipzig en el Auditorio vallisoletano. Disfrutó mucho el público en este despliegue de poderío musical, conducido y aquilatado por las manos de su actual director, Riccardo Chailly. En la disposición del efectivo instrumental, un cambio de posición de las cuerdas: contrabajos a la izquierda, violonchelos en el centro y violas, segundos violines y arpa a la derecha.

La primera parte del programa la ocupó el Concierto para piano en Sol mayor de Maurice Ravel, una obra en la que siempre da la sensación de estar escuchando otros autores: Stravinsky, Gershwin, en el primer y tercer movimiento, y sombras chopinianas y debussynianas en el «Adagio assai», contrastante desde su diseño orquestal hasta su entramado tímbrico-armónico con relación a los otros movimientos. La solista fue Hélène Grimaud, experimentada y reputada intérprete francesa, llena de energía y un pianismo delicado, de tersa y dúctil pulsación, articulación ligera y un color nacarado homogéneo. Acusa marcada tendencia al uso del pedal derecho, que si bien potencia la cantabilidad del fraseo y la sensación de sonido ligado, quizá con el tiempo pueda limitar la capacidad expresiva. Muy destacable en esta obra el solo del corno inglés, bordado por Gundel Jannemann-Fischer.

La cuarta sinfonía de Mahler completó la segunda parte. Chailly optó por una versión muy contrastada en volúmenes, con fortísimos muy potentes erigidos en cimas climáticas sobre todo en el tercer movimiento, bellamente cerrado, por cierto, por los vientos en piano. Magnífico el solo del concertino Christian Funke, y la intervención de Christina Landshamer en la sección final, «Sehr behaglich», uno de los momentos más emocionantes de la partitura. Aunque quizá excesivamente ligero en relación a la musculatura orquestal, el timbre de esta soprano es de una nobleza y una dulzura sobresalientes, reforzado por una sensibilidad exquisita, una técnica impecable y una gran expresividad.

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