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José Mota: «De la negrura y las miserias sale el mejor humor»

Enfrascado en ultimar su programa especial de fin de año, Mota reflexiona sobre por qué el singular paisanaje de su universo humorístico ha calado hondo entre el público

José Mota: «De la negrura y las miserias sale el mejor humor» MIGUEL BERROCAL

BLANCA TORQUEMADA

La entrevista tiene lugar casi a las diez de la noche, después de una maratoniana jornada de grabación en la Ciudad de la Imagen de Pozuelo de Alarcón. Pese a que las circunstancias le obligan estos días a complicadísimos juegos malabares con varios proyectos simultáneos, José Mota no se «aberroncha» .

-Estará agotado, con el «ansia viva» de marcharse a casa...

-Bastante cansado, sí. Estoy con cuatro cosas a la vez: con la serie, preparando las campanadas con Anne Igartiburu, con el especial de fin de año de TVE y con la promoción de la película de Alex de la Iglesia en la que participo. ¡Todo junto! Y solo la preparación de trece programas de la serie y del especial de fin de año se llevan fácil siete u ocho meses de trabajo intensísimo.

-Antes de que le tocara ir a dar las uvas en Sol, ¿le gustaba verse en la tele, durante la cena de esa noche tan especial?

-Veía el programa con mis padres, sí, y la verdad es que, en lo que se refiere al resultado, no te relajas hasta que no lo has visto dos o tres veces. El más crítico conmigo mismo soy yo, y eso me obliga a buscar la distancia, a intentar ser objetivo.

-Uno de sus personajes, la «vieja'l visillo», se infiltró hace unos días en Génova y fue la única capaz de conocer con antelación el Gobierno de Rajoy.. .

-Ja, ja, ja. Decidimos que nosotros también queríamos aventuramos a hacer esa quiniela, aunque no nos salió el pleno al quince...

-De todas formas, el presidente del Gobierno debería tratar de neutralizarla para tener una legislatura tranquila.

-Ella es un grave riesgo para todos. Se entera de «to». Me parece que es la que está detrás de Wikileaks, y el Pentágono se ha interesado por sus servicios. Todo esto lo iremos viendo.

-¿Qué tiene La Mancha que da tan buenos cómicos? Pienso en usted, en la hornada de Muchachada Nui...

-No sabría decirte. Yo creo que el humor, en su profundidad, es prácticamente igual en todas partes, porque a lo que alude en muchas ocasiones es a las ruindades del ser humano. Nos reímos de eso, de nuestras propias miserias vistas en el de enfrente. Lo que sí cambia, quizá, es la forma de comunicar ese humor, y La Mancha es un lugar con mucha retranca, mucha ironía. Me considero muy afortunado de haber nacido en Montiel y de haber vivido allí hasta los veintitantos porque en el silencio del pueblo, en el «no ruido», se oyen cosas que en una capital no percibes. Esos silencios te cuentan cosas que luego he trasladado a los programas.

-Conecta con gente de todas las edades. ¿Cómo lo logra?

-¡Es algo que se me escapa de mi entendimiento! Lo he pensado a veces, pero no he sido capaz de llegar a ninguna conclusión.

-En su humor hay también toques de surrealismo. Se le suele emparentar con la tradición de Mihura, Tono y otros grandes.

-Si ahondas en el trabajo de Tono, Mihura, Jardiel Poncela, Gila y otros muchos también encontrarás debajo nuestras miserias, con ese surrealismo que aportaron. Yo los llamo «la otra Generación del 27», y fueron irrepetibles. Su humor aludía a la negrura, al claroscuro de la España más profunda, y de ahí salió el humor más brillante. Como dijo alguien, comedia es igual a tragedia más tiempo. Una gran verdad.

-Su universo de «ruralidad» se está revelando como un valor incombustible y eterno.

-Esa ruralidad es en realidad una España en pequeño. Por eso la gente se identifica tanto con el paisanaje .

-¿La crisis nos ha quitado toda la tontería y ya no necesitamos que nos azote el Tío de la Vara?

-Las crisis tienen muchas cosas malas y alguna buena. Es un tortazo en la frente que espabila mucho, una toma de tierra que nos hace conscientes del valor de las cosas y nos obliga a volver a empezar. Y otra cosa buena que tiene es que se agudiza el ingenio muchísimo. Para mí, el mejor cine argentino es el de la era Darín, que coincidió con el «corralito».

-Dejando a un lado su programa y los de «Cruz y Raya»... ¿Cuál ha sido en su opinión el «sketch» más legendario de las nocheviejas patrias?

-¡Si elijo uno sería injusto con quien no nombre! Los hay antológicos y no me atrevo a quedarme con uno en concreto... Ahí están el coñac La Parra de Fernando Esteso, la empanadilla de Martes y Trece, el vaso de agua de Tip y Coll, la manzana de Toni Leblanc...

-¿Por qué el humor español propende al emparejamiento, al dúo?

-Quizá porque trabajar con una persona con la que te entiendes es divertido. Resulta gratificante tener siempre un compañero en el que rebotas las gracias y él las rebota sobre ti. Aunque luego, con el paso del tiempo, cada uno quiera escribir sus páginas propias, yo, por ejemplo, sé que nunca podría juntarme con ningún otro que no fuera Juan, mi compañero de «Cruz y Raya».

-Se le echa en falta en ese anuncio publicitario donde Alex de la Iglesia ha reunido a señeros humoristas en torno a la tumba de Gila.

-La verdad es que Alex de la Iglesia y la propia casa Campofrío contactaron conmigo y quisieron que pudiera compartir con el resto de compañeros ese anuncio tan bonito. Pero, lamentablemente, no he tenido tiempo. No he podido, y yo soy el primero que lo siento porque el resultado ha sido precioso.

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